Este Blog pretende ser un instrumento al servicio de la Parroquia, para información y formación de los visitantes

sábado, 23 de mayo de 2009

SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


Oración y apostolado

El Señor nos dice a la hora de marcharse a los Cielos: Id por todo el mundo y predicar el Evangelio a todas las gentes. La Ascensión, por tanto, nos habla del deber de hacer apostolado, de evangelizar, dar a conocer al Señor que, hoy para muchos, sigue siendo un desconocido: Con vosotros está y no le conocéis, con vosotros está, su nombre es el Señor.
La misión apostólica constituye una tarea ineludible para todo cristiano. Es el mismo Señor Jesús quien nos convoca y escoge, llamándonos por nuestro propio nombre y enviándonos como apóstoles suyos en medio del mundo. Nuestra vocación es, pues, eminentemente apostólica. Esta tarea evangelizadora es la de dar vida a un mundo que agoniza, cansado por su propia mediocridad, por la ilusión y el vacío de la tentación del poder, del fácil consumismo del tener, de la esclavitud del placer. Las lacerantes rupturas que aquejan a la humanidad exigen de nuestra parte una acción decidida y audaz por transformar radicalmente todo aquello que se encuentra «en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación».

Una intensa vida de oración es condición ineludible para cumplir con esta misión. La oración no es mero acompañante de la acción apostólica. No nos llevemos a engaño. La oración es presupuesto indispensable para que nuestro apostolado sea auténtico. La oración es fuente, sustento y meta de todo apostolado; el eje mismo de nuestra vida apostólica. Ella es camino vivificador de la propia vida y acción.
Oración para la vida...
Todo ser humano posee en su fuero más íntimo un dinamismo de apertura relacional que lo impulsa a salir de sí mismo, a trascender sus propios límites para vivir en relación fraterna con los hermanos. Cuando la persona no vive esta dimensión de encuentro personal con los demás, sino que se repliega egoístamente sobre sí misma, traiciona sus dinamismos más íntimos y, por lo tanto, su propia humanidad.
De la misma manera, toda persona tiene constitutivamente una profunda aspiración al encuentro pleno, definitivo. Creados para vivir ese misterio de amor infinito que es la comunión y participación de la vida trinitaria (5), nuestra hambre de absoluto e infinito sólo se ve saciada en el encuentro plenificador con Dios-Amor.

La oración es, pues, una dimensión fundamental, ineludible de la existencia humana, pues ella es ámbito privilegiado para orientarse a vivir ese encuentro plenificador. La oración es diálogo, es comunión, es relación personal y personalizante, entrega personal e íntima. De ahí que quien prescinde de la oración en su existencia, mutila su vocación a ser persona humana, ya que priva a su ser del impulso fundamental que es el encuentro con Dios.
...y el apostolado
Como personas de acción, tenemos que ser antes que nada personas de oración. Vivimos insertos en una sociedad que en muchos aspectos se está volviendo agresivamente anti-cristiana o por lo menos cada vez más indiferente, una "cultura de muerte" que busca apartarnos constantemente de nuestra misión. No podemos hacerle el juego al mundo dejándonos arrastrar por la sutil tentación del activismo. El poner todas nuestras expectativas en nuestras capacidades personales o en los medios humanos de los que disponemos, prescindiendo de la acción divina a través de su gracia, es una de las más sutiles tentaciones del maligno.
Nuestro apostolado sólo es auténtico si surge de la dinámica del encuentro personal con el Señor Jesús. Ser apóstol es anunciar a Cristo en primera persona; y sólo puede anunciar bien al Señor quien se ha encontrado con Él.
En efecto, quien no reza, no vive reconciliado y por lo tanto su quehacer apostólico solamente será proyección de su propia ruptura interior. Bien afirma el ya desaparecido monje cisterciense Thomas Merton: «El hombre que no tiene paz consigo mismo necesariamente proyecta su lucha interior en la sociedad de aquellos con quienes vive, y esparce el contagio del conflicto en todos los que lo rodean. Aun cuando trate de hacer el bien a otros, sus esfuerzos son desesperados, puesto que no sabe cómo hacerse el bien a sí mismo. En los momentos del más desenfrenado idealismo puede metérsele en la cabeza hacer felices a los demás. Por eso se arroja a la obra; y lo que resulta es que saca de la obra todo lo que puso en ella: su propia confusión, su propia desintegración, su propia infelicidad».
Si no existe una relación personal con el Hijo de María, nuestra acción apostólica será estéril, incluso a pesar de algunas iniciales apariencias de lo contrario. ¿Qué es hacer apostolado sino ser instrumentos activos para hacer presente al Señor entre los hombres? ¿Cómo prestar nuestra voz al Señor si antes no nos hemos encontrado con Él?
La oración es lugar privilegiado donde vivir el encuentro configurante con Dios. Es en la dinámica oracional donde vamos siendo revestidos del Señor, conducidos de la mano maternal de María. La oración asidua nos encamina por las sendas del Plan divino. En la apertura al Espíritu, el Señor se nos revela, se nos muestra y nos pone de manifiesto quiénes somos. En la comunión cálida, cercana, personal con Él, el apóstol alimenta su espíritu, recupera las fuerzas perdidas y se renueva interiormente para emprender la tarea evangelizadora.

El apostolado es sobreabundancia.

domingo, 17 de mayo de 2009

ULTIMO GRUPO DE PRIMERAS COMUNIONES EL DOMINGO 17 DE MAYO

Este domingo ha celebrado la Primera Comunión el último grupo formado por: María, Ana, Jorge, Helena, Julia, Miguel, María Reyes y María Dolores. Como el resto de los domingo, la celebración ha sido solemne, alegre y familiar. Los niños han seguido la Santa Misa con atención, dentro de lo posible. Los asistentes han guardado un comportamiento correcto. Y los catequistas y coro han cumplido perfectamente su misión. FELICIDADES A TODOS.





sábado, 16 de mayo de 2009

DOMINGO 6º DE PASCUA (B)


EL CORAZÓN PERFECTO

Nos dice el Señor: Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Esta es la esencia del cristianismo. Dios es Amor. Todo su Ser es Amor en acción, por eso crea, y cuida de lo creado, y actúa continuamente. No se olvida de nosotros, aunque nosotros nos olvidemos de El, o no notemos sensiblemente su presencia. El amor es la pasión por la dicha del otro, y es esa corriente continua que nace del alma, y que no se ve, pero se nota. El amor no es un sentimiento de adolescencia, algo pasajero o interesado. Decía santa Teresa de Lisieux: Únicamente podemos llamar amor a la inmolación de nosotros mismos.
El amor no son palabras bonitas, actitudes pasajeras, sentimientos ocasionales…El amor es entrega, preocupación, servicio, disponibilidad, solidaridad, buena disposición para hacer el bien a todo el que me necesite. Decía Gerson: En donde falta el amor, ¿para qué sirve la instrucción? Se habla hoy de la necesidad de educar para ser buenos ciudadanos. Pero no se trata de decir que lo que hay que hacer por respeto democrático hacia los demás. Se trata de enseñar a amar, de inculcar en niños, jóvenes y mayores lo que es la caridad y el respeto al prójimo, que es imagen de Dios.
Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que el poseía el corazón mas hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en el ni marcas ni rasguños.
Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto, al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón mas hermoso de todo el vasto lugar.
De pronto un anciano se acerco y dijo: "¿Por qué dices eso, si tu corazón no es ni tan, aproximadamente, tan hermoso como el mío?
Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, este estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y estos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su alrededor.
Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió, ¿Cómo puede el decir que su corazón es más hermoso?, pensaron.
El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echo a reír. -"Debes estar bromeando," -dijo.
-"Compara tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor."
"Es cierto," dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo...
Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregue todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado.
Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido "Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio.
De ahí quedaron los huecos - dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día -tal vez- regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón."

"¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?"
El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con el tapo la herida abierta del joven.
La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes. El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho mas hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.
Dice San Juan en la Segunda Lectura: Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor…En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo, como víctima por nuestros pecados.
Hay hoy en el mundo un superávit de pasión y sensualidad, de sexo y hedonismo, de egoísmo y codicia, de odio y violencia…Y la causa es que hay un gran déficit de amor sincero. Y no olvidemos lo que dice san Juan de la Cruz: Al atardecer de la vida seremos juzgados de cómo hemos amado.

Juan García Inza

domingo, 10 de mayo de 2009

PRIMERAS COMUNIOES




Estamos de fiesta en la Parroquia con las Primeras Comuniones. Siempre son un gran acontecimiento que alegra a todos. Acompañar a unos niños que por primera vez reciben a Jesús en su propio cuerpo y alma es muy importante. La Parroquia se llena de gozo y de personas que, con aires de fiesta, se unen a nuestra Celebración. Felicitamos a todos los niños y familiares por este don de Dios. Ahí quedan algunas fotos del Domingo 10 de Mayo.

sábado, 9 de mayo de 2009

5º DOMINGO DE PASCUA B



Unidos a Cristo para dar fruto
El ejemplo que nos pone Jesucristo para hablarnos de nuestra condición de cristianos es bien claro. Cristiano no es sólo el bautizado, aunque lo sea oficialmente. Ser cristiano no es conformarse con una práctica asidua o esporádica de actos religiosos. Cristiano no es simplemente que el participa en una manifestación religiosa, como puede ser un procesión, ni incluso el que reza o lleva un signo religioso colgado de su cuello, o del espejo retrovisor de su coche… Ser cristiano es mucho más serio. La propuesta que hace Jesucristo en el Evangelio es la de un seguimiento convencido y responsable cada día, con la cruz que nos haya tocado o surja en cada momento. Ser cristiano es acoger en la mente y en el corazón la Voluntad de Dios para decir, como la Virgen, y como decimos en el Padrenuestro: Hágase en mí según Tu Palabra…Hágase Tu Voluntas en la tierra, como en el cielo. En definitiva, ser cristiano es decirle a Cristo, Hijo de Dios, que SI, que puede contar con nosotros para su plan sobre la humanidad, y sobre el mundo entero.
Se nos viene recordando que desde hace un tiempo se has ido introduciendo en la Iglesia una especie de religión, de cristianismo a la carta. Cada uno elige lo que le conviene, y rechaza lo que no le interesa. Y así ocurre como en el campo protestante: surgen tantas iglesias como criterios personales podamos tener. Y de esa manera se rompe la unidad y la fidelidad a un solo Cristo, que nos dio una única doctrina, que dijo YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA… El que no está unido a Mí, como el sarmiento al tronco de la vid, se seca, y no da ningún fruto. El tronco y los sarmientos forman una sola unidad que se llama VID. Como el tronco y las ramas forman una unidad llamada ARBOL. No puedo yo pretender dar fruto cristiano si me desgajo del único Cristo, cuya presencia en la historia es la Iglesia. A la Iglesia se le llama EL SACRAMENTO DE CRISTO. Es decir, el signo externo de la presencia real de Cristo entre nosotros. Pero recordemos que El insistió hasta la saciedad que TENIAMOS QUE ESTAR UNIDOS. Un solo rebaño, y un solo Pastor… Sed uno como el Padre y Yo somos uno…Nadie va la Padre sino por Mí… Todos formamos un solo Cuerpo, que es Cristo, como diría San Pablo.
No es por tanto cristiano el que siembra la división, el que rechaza a sus hermanos en la fe, el que se crea su propio catecismo, su propia moral, y pone a la misma altura de las Verdades de Fe reveladas por Dios y expuestas por el Magisterio de la Iglesia, sus propias opiniones, como si la Religión fuera algo relativo y sometido al criterio de cada uno. El que piensa así no ha entendido la fe.
Como recuerda Benedicto XVI, la fe no es un conjunto de ideas que recibo o que me forjo yo con mis reflexiones personales. La fe es un abandono en las manos del Señor, del cual recibo la enseñanza que debo vivir para amar a Dios y al prójimo. La fe es una vida que me viene del tronco que es Cristo, y en la medida que yo esté unido a EL, daré el fruto que Dios espera. La Religión no es un método o recurso para mi consuelo particular, o la satisfacción de mis ansias de eternidad. La religión es unión con Dios, vivida individual y comunitariamente, que me ofrece la oportunidad de enfocar mi vida de acuerdo con lo que Dios espera de mí, dando los frutos oportunos, con los que doy Gloria a Dios y me santifico. Todo lo demás serán experiencias aventuradas y desafiantes, que no me llevarán a ninguna parte por no ir sinceramente cogido de la mano de Dios.
Recordemos lo que nos ha dicho San Juan en la segunda Lectura: Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras…Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo…Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. No puede estar más claro que LA FUENTE ES CRISTO, y a El debemos pedir, como le dijo a la Samaritana, el agua viva de la Gracia, la SABIA que me permita dar fruto.

Juan García Inza

sábado, 2 de mayo de 2009

DOMINGO 4º DE PASCUA



Yo soy el Buen Pastor

Este es el clásico domingo del Buen Pastor. Aunque ahora se ven pocos pastores con sus ovejas, porque el cemento y los ladrillos no nos dejan ver el campo, sigue vigente esta figura tan simpática, y tan sacrificada y esclava de su trabajo, como es el pastor responsable de sus ovejas. Jesús quiso tomar como modelo de sí mismo a este trabajador singular tan frecuente en su tierra. ¿Por qué? Por que los rasgos mesiánicos del buen pastor son. Conocer y amar a cada una de sus ovejas; llevarlas por los mejores pastos, buscar a la descarriada y esperar a la perdida, curar a la herida y fortalecer a la enferma.
Somos ovejas de un rebaño singular llamado Iglesia. El Buen Pastor visible, que hace las veces de Jesús es el Papa. Y en nuestra Diócesis el Obispo. Los sacerdotes somos colaboradores de los Obispos en la tarea de servir a las almas. Por desgracia también se cuelan lobos entre el rebaño, y hacen estragos. Son los enemigos de la Verdad, de la vida recta, del buen hacer, del mismo Dios, de la verdadera Iglesia. Y lo peor es que hay muchos que se dejan llevar mejor por el lobo que por el pastor. A este, en no pocas ocasiones, se le considera un intruso, un enemigo de la vida placentera, un trasnochado, un personaje pasado de moda…Casi siempre ha estado bien visto ser anticlerical. Se respeta al responsable de cualquier religión: imán, pastor protestante, monje budista, un rabino, etc. Pero a un sacerdote a veces ni siquiera se le mira, o se le ve con malos ojos, y se le maltrata con comentarios ineducados o críticas mordaces. Especialmente los españoles somos los que peor tratamos a los sacerdotes. Se ve normal que un nazareno desfile con su túnica de colores, y su caperuza, pero no se soporta, muchas veces, a un sacerdote vestido como debe. Se ve bien la bata blanca del sanitario o médico, o el mono del obrero, pero no se tolera los signos externos del sacerdote que lo identifican como tal. Somos así de incongruentes, de poco educados, de ingratos…Seguramente es que esos signos externos son un aldabonazo a nuestra conciencia. Pero a pesar de todo, estamos cada uno en nuestro sitio, todos los días de la semana al servicio de las almas, de las ovejas.
En una Homilía decía S.S. Juan Pablo II en el IV domingo de Pascua, 3 de mayo de 1998
“¡El buen pastor! Esta figura bíblica nace de la observación y la experiencia. Durante mucho tiempo, Israel fue un pueblo de pastores y los textos del Antiguo Testamento confirman la tradición de la época de los patriarcas y de las generaciones sucesivas. El pastor que cuida atentamente el rebaño y lo conduce a fértiles praderas, se ha convertido en la imagen del hombre que guía y está al frente de una nación, siempre solícito de lo que le atañe. Así se representa al pastor de Israel en el Antiguo Testamento.
En su predicación, Jesús recurre a esa imagen, pero introduce un elemento del todo nuevo: pastor es el que da la vida por sus ovejas (cf. Jn 10, 11-18). Atribuye esta característica al pastor bueno, distinguiéndolo de quien, por el contrario, es un asalariado y, por tanto, no se preocupa por vida por su rebaño. El Padre lo mandó al mundo no sólo para que fuera el pastor de Israel, sino su rebaño. Más aún, se presenta a sí mismo como el prototipo del buen pastor, capaz de dar la también de la humanidad entera.
De modo especial en la Eucaristía se hace presente sacramentalmente la obra del buen Pastor, que, después de haber predicado la «buena nueva» del Reino, ofreció en sacrificio su vida por las ovejas. En efecto, la Eucaristía es el sacramento de la muerte y resurrección del Señor, de su supremo acto redentor. Es el sacramento en el que el buen Pastor hace presente constantemente su amor oblativo por todos los hombres.

Es un día hoy para que valoremos la tarea tan necesaria e insustituible del sacerdote, y para que roguéis por nosotros para que seamos buenos pastores.

Juan García Inza