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sábado, 30 de marzo de 2013

LA SONRISA DE LA PASCUA


Actualizado 30 marzo 2013
La sonrisa de la Pascua

Ya estamos en Pascua, la etapa litúrgica que nos invita a la alegría auténtica, la que nace de dentro. Todo empezó, como comenta Benedicto XVI, en el Monte Moria, cuando Abrahán iba a sacrificar a su hijo por mandato de Dios. El joven Isaac preguntaba: - Padre, ¿Dónde está la víctima.- Y el Padre siempre respondía: -Hijo mío, Dios proveerá. - Cuando llegaron a la cima del monte, y el padre se disponía a cumplir la Voluntad de Dios, vio un cordero entre las zarzas, y oyó una voz que decía: - Abrahán, no hagas daño a tu hijo, ya veo que eres obediente, sacrifica al cordero.- Allí estaba la víctima preparada por Dios. - Isaac cambió su semblante angustiado por una sonrisa. Precisamente el nombre de Isaac lleva en sí la raíz "reír".
Isaac tenía motivos suficientes para alegrarse. Dios es providente, y nos ofrece siempre motivos para sonreír. Quien ha visto al Cordero de Dios, el auténtico que quita los pecados del mundo, debe estar contento. Tenemos motivos suficientes para sonreír y agradecer. La Pascua, fiesta del Cordero Sagrado que nos libra de la muerte, como le ocurrió a Isaac, es la fiesta de la sonrisa. "Dios nos devuelve la risa de la alegría, que se transforma en un canto de alabanza de la creación" (Benedicto XVI).
Hay que vivir la Pascua, porque necesitamos respirar alegría. No creo que sea opinable que hoy, en esta sociedad que hemos construido entre todos, tan estrafalaria en muchos aspectos, necesitemos urgentemente respirar a fondo una bocanada de paz. Hay muchísimas cosas que nos preocupan y nos amenazan con la tristeza, y esto es grave porque daña seriamente nuestra personalidad, nuestra naturaleza, nuestro ambiente, la propia humanidad. Por eso me gusta todo lo que hable de alegría, y me gustan las personas alegres.
Recuerdo un libro de los que hace falta leer con urgencia. Se titula precisamente "La alegría", y lo escribió la conocida y simpática periodista Paloma Gómez Borrero. En la contra portada ya leemos lo siguiente: "la alegría nunca es total porque no es un estado fijo, sino una actividad permanente. Es como el pan fresco, que no vale para el día siguiente. Y como todas las cosas de la vida, a veces sólo la reconocemos cuando no está. O sea, cuando la tristeza se instala en su lugar por más que la rechacemos, porque es parte de nuestra naturaleza". Este libro, premio de Espiritualidad 2.000, nos habla de la alegría interior y de la exterior, de la risa como remedio infalible de la tristeza, de los porqués de una alegría, y nos va ofreciendo una serie de testimonios vivos de gente que sabe ser alegre y contagiar su buen humor.
Al hablar de la alegría interior, que es la auténtica, ya empieza con una buenísima cita de Nietzsche que dice: "Nunca creas en ninguna verdad que no lleve consigo, al menos, una alegría". Cultivar la alegría, nos dice la autora, es una obra interior. No hay que confundir chistoso con alegre. Y es cierto. Hay personas que engañan con su apariencia. Parecen serias, adustas, con cara de solemnidad, pero las tratas un poco, y por los poros de su rostro destilan esa paz y alegría que les
salen del alma. Sus ojos brillan porque son los escaparates de su corazón armonizado por la humildad.
Tenemos realmente una vocación a la felicidad. Y esa felicidad hay que ir construyéndola día a día, con la conciencia tranquila de hacer en cada momento lo que debemos, y bien hecho. No se compra la alegría, como se creen ingenuamente nuestros paisanos de la aldea global. Se pueden comprar ilusiones, carcajadas, ratos de evasión. Pero la alegría no se vende, hay que conquistarla. Es, como se ha dicho al principio, una actividad permanente.
Conocí a un joven mayor que era poeta. Pero ya empezaba a perder la vista debido a la diabetes que padecía. Comenzó rápidamente a aprender el lenguaje de los ciegos sabiendo lo que le esperaba en un futuro próximo. Siempre estaba alegre. Llegó un momento que ya no podía salir a la calle a leerles sus poesías a los amigos. Se mentalizó que su casa iba a ser su rincón para siempre. Pero no perdía la alegría. Ya leía con los dedos los voluminosos libros que le proporcionaba la ONCE. Era agradable dialogar con él, porque nunca estaba triste. Con el paso del tiempo la enfermedad le afectó a los pies, de tal manera que llegó un momento en que le era muy difícil moverse de la cama. Y el siempre estaba con la sonrisa en los labios. Llegó a perder los pies y totalmente la vista, pero nunca se quejaba. Yo pasaba ratos muy agradables con él. Era un hombre de fe, y recibía con frecuencia los Sacramentos. La hora más dura para él era cuando pasaban al medio día los chicos que venían del Instituto, porque sentía nostalgia de la calle que ya no podía pisar. Pero con toda paz ofrecía a Dios el sacrificio y pedía por toda la juventud. Ya no sé qué fue de José, que así se llamaba, porque me marché de aquel lugar y no he tenido oportunidad de conocer como acabó su historia. Pero siempre tengo presente su sonrisa, que salía del interior de un cuerpo maltrecho, pero lleno de Dios.
La generosidad es clave para mantener el alma joven, y no perder nunca la alegría de vivir. Cita Paloma Gómez Borrero en el libro que comentamos, las siguientes palabras del general MacArthur: "Serás joven tanto tiempo como permanezcas verdaderamente generoso, tanto como sientas el entusiasmo de dar a los demás tus cosas, tus pensamientos y tus palabras. Durará tu juventud tanto como dure tu gratitud al recibir y la sensación de estar debiendo siempre y deseando dar más. Permanecerás joven mientras seas receptivo de todo lo bello, lo bueno, lo grande; pudiendo disfrutar de los mensajes de la Naturaleza, del hombre y de Dios".
Un alma joven no sabe estar triste. Y hay muchísimos jóvenes con almas limpias que pasan por la vida tratando de hacer el bien. En estos días he tenido la oportunidad de conocer y de convivir con muchos de ellos: sacerdotes recién ordenados, intelectuales, un maquinista de tren, un guardia civil de la brigada contra la droga, un militar de unidades especiales de los que han estado en Bosnia, un profesor de Universidad, estudiantes de todo tipo, trabajadores de las más diversas profesiones. Y todos con un denominador común: pasar por la vida haciendo el bien de la mano de Dios. Por eso todos ellos estaban contentos y contagiaban alegría. Esa alegría que el mundo nuestro de cada día necesita urgentemente respirar. ¿Qué te parece si nos sumamos a esa tarea tan humana y tan divina? Habría menos caras largas entre nosotros. Y, lo más importante, siempre sería Pascua, como hoy.




Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com

viernes, 15 de marzo de 2013

PADRE NUESTRO


Actualizado 15 marzo 2013
 
            A todo el mundo con quien he hablado del Papa le emocionó el que iniciara su contacto con el pueblo rezando un Padre Nuestro. Es  decir, puso a todo el mundo a dirigirse a Dios Padre rogando por todos, con la riqueza de peticiones que encierra esta oración compuesta por Jesucristo. Y después, un silencio sepulcral de la cristiandad para orar por el nuevo pontificado. Inclinado, casi de rodillas, rogó que el pueblo le diera la bendición. Extraordinario.
            Hace unos días publicaba yo una “Carta a Dios” pidiendo por el Papa adecuado al momento presente. Hoy la he repasado, y me ha alegrado el comprobar que en verdad el Papa Francisco reúne todos los requisitos para ser el hombre de Dios para su Iglesia. Una Iglesia que no es, recordaba ayer en su homilía, una ONG, sino una empresa divina que pasa por la cruz de Cristo.
            Y volviendo al Padrenuestro inicial, recuerdo aquel comentario que sobre esta sublime oración, hizo una vez Charles Péguy:
             Yo soy su Padre, dice Dios, el del Padre nuestro que estás en los cielos.
            Mi hijo ya se lo ha dicho a los hombres, que Yo soy su Padre.
            Soy también su juez ( y esto también se la dicho mi Hijo), pero sobre todo soy Padre.
            El que es padre es padre ante todo, y el que una vez ha sido padre ya no puede ser nunca más que padre.
            De modo que los hombres  son los hermanos de mi Hijo, son mis hijos y yo soy su Padre.
            Y mi Hijo les ha enseñado la oración del Pare nuestro...
            Bien sabía mi Hijo Jesús lo que hacía enseñándoles a rezar así, bien sabía lo que El hacía, que les amó tanto que vivió con ellos, como uno de ellos, que andaba como ellos, y hablaba como ellos, y sufría como ellos, y murió como ellos, y se trajo del cielo un cierto sabor a hombre, un cierto sabor a tierra...
Tres Papas juntos           

Estas mismas palabras podemos aplicar al que es el Vicario de Cristo. Y sabemos por su biografía que así ha sido, y es, su modo de pensar y estilo de vida. Uno con todos, a la altura de todos, sembrando la paz que cantara San Francisco. Como dije en el post anterior, en verdad estamos iniciando un tiempo nuevo en la Iglesia, que va a suponer una revolución silenciosa, la revolución del amor. Ya se está notando en el deseo que ha suscitado de vivir desde dentro la fe, y una caridad y esperanza nacidas del corazón.
Caminando con todos como uno más


Juan García Inza

DE LA CRISIS A LA REFORMA

Actualizado 14 marzo 2013

                Al conocer al nuevo Papa Francisco I,  su amor a Dios y a la Virgen, su especial aprecio a la Eucaristía,  su pensamiento, su modo de vivir una pastoral netamente evangélica, su humildad, su amor a los pobres, su valentía para defender la vida contra el aborto y la eutanasia, su rechazo a lo que no se puede llamar matrimonio por razones naturales, su defensa de la igualdad de derechos, etc., me viene a la memoria el último capítulo del libro “El coraje de ser católico” de George Weigel. Lo titula “De la crisis a la reforma”.
                En él leemos: “A Dorothy Day, cofundadora del moviminto Catholic Worker, le gusta especialmente  un desafio a la fidelidad y el coraje que una vez planteó el papa Pío XI. El zafio tomó la forma de una invitación a la oración: “Demos gracias a Dios por hacernos vivir en tiempos difíciles. Ya no se permite a nadie ser mediocre” (Pág. 207). Y como dice el mismo autor, la excelencia cristiana, una conformidad más profunda a Cristo, es lo que se requiere de todo aquel que en la Iglesia Católica, se compromete a transformar las crisis...en una reforma auténticamente católica.

                Pienso que esta es la renovación que va a emprender Francisco I. Desde el espíritu genuino de San Francisco va a intentar, como le dijera el Señor al Santo de Asís, reconstruir la Iglesia, poner cada piedra en su sitio. Recuerdo a  este respecto algo que decía hace tiempo San Josemaría Escrivá, mas o menos con estas palabras: Cuando veamos que de la pared de la Iglesia se ha desprendido una piedra, un bloque, la cogemos, la besamos y la colocamos con amor en su sitio. Así han pensado siempre los santos. Ellos han sido los auténticos reformadores, o restauradores. Y creo que el actual Papa lo es. Nos llegan noticias de su vida en Argentina que demuestran su profundidad interior, su valentía para defender la Verdad, que le costó caro, y la oposición de parte de los políticos en el poder.
                No tiene pelos en la lengua para llamar, con todo cariño, pero con audacia, fariseos a los sacerdotes que quieren imponer más leyes de las que ya existen, sin consideración al amor y comprensión que nos merecen las personas en dificultad. Utiliza crudamente dos palabras fuertes para denunciar algunas actitudes poco humanas, como son la coprofagía y la coprofilia.
                Como nos dice Weigel, la reforma católica consiste en recuperar y desarrollar la forma esencial de la Iglesia, las verdades dadas a ella por Cristo, que incluyen verdades morales sobre las formas en que los seres humanos pueden realmente florecer (Ibídem, pág. 207). En síntesis, estamos iniciando unos nuevos tiempos para la Iglesia y para el mundo, y el protagonista de esta transformación va a ser, sin duda, el Papa Francisco I, del que se va a valer el Espíritu Santo para esta ardua tarea que, pienso, llevará un tiempo. Benedicto XVI ha reforzado los cimientos doctrinales, Francisco I va a reforzar los muros. Otro vendrá que repare el tejado. Dios tiene tiempo, y nosotros debemos tener paciencia. Pero hay que empezar ya a trabajar en serio.
                Bien venido Francisco I, el hermano sol y la hermana luna van a iluminar el día y la noche en esta travesía del desierto, desde donde vislumbramos la tierra prometida.

Juan García Inza

EL PAPA HABLA DE LA EUCARISTÍA SIENDO CARDENAL