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martes, 31 de enero de 2012

Las lágrimas de la madre de Nietzsche

Actualizado 31 enero 2012


He leído con verdadero interés el libro “Mi melancólica alegría” (Editorial Siete Mares), que recoge las numerosas cartas que la madre de Nietzsche, Franziska Nietzsche, escribió al matrimonio Overbeck, y en las que abiertamente expone los sufrimientos que le costaba la atención a su hijo enfermo psíquicamente.



Se suele conocer en Nietzsche al filósofo, al pensador que ha tenido tanta influencia en el mundo intelectual contemporáneo, y ha marcado la mente de tantas generaciones. Pero es menos conocida la etapa final de su vida, sumido en una terrible depresión y locura que hizo sufrir lo indecible a su madre. Franziska era una mujer profundamente religiosa. Pasó los últimos años sirviendo a su hijo y rezando por él. Sufría enormemente por la deriva que tomó el pensamiento de Nietzsche. El no quería que leyera muchos de sus textos porque sabía que chocaba con sus principios cristianos y le haría sufrir.

Nietzsche no apreciaba mucho a su madre, más bien la despreciaba. Y menos a su hermana. Pero su madre lo siguió de cerca. Fue internado en el manicomio de Jena, y su madre lo sacó para atenderlo personalmente, aunque era mayor. Quería darle el cariño que no le había dejado él manifestarle durante su frenética vida.



Los médicos le diagnosticaron una parálisis mental progresiva. Se habló también de derrame cerebral. Pero la madre, con cariño, la calificó de desgaste mental por el esfuerzo que hizo en la elaboración de su pensamiento y sus publicaciones. Otros destacaron las consecuencias de la sífilis que parece que contrajo en un prostíbulo de joven. Todo su organismo estaba afectado por la enfermedad, que le hizo sufrir a él y a su madre.

Franziska va comentando pormenorizadamente en sus cartas los detalles de la evolución de la enfermedad de su hijo. Lo trata con mucho cariño, lo baña, le da de comer, le lee sus escritos, en especial Zaratrusta. Su hijo, aficionado a la música, toca de vez en cuando el piano, y la madre le escucha con cariño. Durante el día está completamente a su servicio, y de noche está pendiente de su sueño, que tanto le costaba conciliar.

Una vez dormido el hijo, ella escribe cartas y lee algo de los pensamientos de su querido Nietzsche, aunque no está de acuerdo con ellos. Especialmente le hizo sufrir mucho la lectura de El Anticristo. Su hijo siempre le recomendó que no la leyera, porque le dolería.

La madre, que sólo ve al hijo y no quiere ver al filósofo, sigue tratando de que no sufra y no haga sufrir a los demás. Reza mucho a Dios con la esperanza de que su hijo recupere la salud. Y así lo va contando en sus cartas. Cualquier mejora, por leve que sea, le hace acudir al Señor para darle las gracias y seguir pidiendo ayuda. Así dice en una de sus cartas a sus amigos: Ahora espero que todo vuelva a su ser con el tiempo y la ayuda de Dios. Es que con frecuencia nosotros dos hacemos nuestras pequeñas y grandes bromas, con las que él se ríe mucho y recupera su antiguo y amable carácter. Así, también sean ustedes, mis buenos señores, encomendados a la fidelidad de Dios.. (Pág. 100).

En otra de sus cartas cuenta como fue una noche de Navidad, en la que su hijo se sintió –inesperadamente- feliz: Mi hijo dijo que lo pusiéramos cerca del árbol de Navidad, sentado delante en un sillón con el rostro resplandeciente, mientras nosotras (la madre y la hermana), íbamos de allá para acá. Volvió la cabeza hacia el pianino, para ver si venían de allí los sonidos y pronunció varias veces las siguientes palabras, sin ninguna clase de excitación: “Esto es lo más bonito de toda la casa”. Naturalmente nosotras sonreímos con él por ese inesperado efecto producido en “nuestro corazón de ángel”, como ahora lo llama su hermana, y así festejamos esa noche con sincero agradecimiento a nuestro Dios Bienamado (Pág. 189).

Con el tiempo la madre terminaría enfermando, pero no pierde la paz y la confianza en Dios. Alabado sea Dios sólo por haberme permitido hasta ahora prodigar los cuidados a mi hijo… porque por lo demás me siento completamente paralizada (Pág. 231). Y esta fue su última carta.

Es de admirar que una mujer de setenta años sacara fuerzas de su fe en Dios para rodear de cariño y atenciones a su hijo, que le hacía sufrir con sus pensamientos filosóficos y sus ademanes bruscos, pero era su madre. Es interesante saber que el padre de Nietzsche era pastor protestante. Y su hijo, sin embargo, en un arranque de delirio llegó a proclamarse con toda su fuerza el sucesor del Dios que ha muerto.


La madre, como una nueva Mónica, pedía por la conversión de su hijo. No parece que lo consiguió, aunque su locura pudo ser un fuerte atenuante de sus desafíos contra Dios. ¡Quién sabe! Tal vez no se perdió para siempre un hijo que costó tantas oraciones y lágrimas!

Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com

martes, 10 de enero de 2012

UN AÑO NUEVO PARA LA FAMILIA

Actualizado 10 enero 2012



Un nuevo año para la familia
Un nuevo año para pensar en la familia, pilar maestro de la sociedad y de la Iglesia. Salvar a la familia es salvar al hombre que nace de ella. Todo lo que hagamos por la familia es poco, y mas en estos tiempos en que el núcleo familiar está sufriendo embates por todos los costados. Me ha gustado este breve artículo del P. Mariano de Blas, y que ofrezco a los lectores:

Ya han pasado las festividades de Navidad y fin de año, y es el momento de volver a recomenzar la vida normal con nuevos ánimos. Para eso es conveniente asumirlo con espíritu positivo, con la convicción que será un año muy bueno. Presentamos algunos consejos para asumir con una actitud positiva el año que inicia.


Cada año que comienza es un inmenso regalo, un ciclo nuevo por recorrer, pero también es una oportunidad más para ser mejores personas, para transformar la vida, el hogar, la familia, el trabajo... Por eso es importante empezar bien, esto quiere decir con toda la disposición, el ánimo y la actitud, que permitirán no sólo un buen inicio, sino un buen final.

De este modo, vemos que la actitud es definitiva para que las situaciones sigan un determinado cauce. Pero, ¿qué significa tener una gran actitud positiva? Probablemente conozca la antigua expresión que una persona positiva ve un vaso medio lleno en lugar de medio vacío; en ella se resume todo. Por eso en este principio de año, es importante levantarse cada día con los mejores pensamientos, teniendo unas metas claras y una seguridad interior que ayudarán a sortear las dificultades del día a día.

Beneficios de vivir con actitud positiva

Vale la pena revisar algunas de las cualidades que se adquieren por el hecho de tomar el positivismo como eje de la vida:

Confianza en sí mismo: Herb True dijo:"Muchas personas tienen éxito cuando otros no creen en ellas. Pero muy rara vez una persona que no cree en sí misma alcanza el éxito". La primera característica de una persona con una buena actitud positiva es que piensa positivamente en su valor personal. Su imagen positiva es el pasaporte para el éxito en la vida.
Disposición para ver lo mejor en los demás: todos tenemos expectativas de los demás. Pero podemos decidir si las expectativas serán positivas o negativas. Si hay un trato positivo hacia las otras personas, la tendencia es que nos traten de la misma manera.
Capacidad para ver oportunidades: el filósofo griego Plutarco, escribió: "Como las abejas extraen miel del tomillo, la más fuerte y seca de las hierbas, los hombres sensibles suelen sacar ventaja y provecho de las circunstancias más extrañas". Las personas con actitud positiva ven oportunidades en todo lugar.
Enfoque en las soluciones: casi todas las personas pueden ver los problemas. Para ello no se requiere nada especial. La persona con actitud positiva tiene su mente puesta en las soluciones, ve una solución ante cada problema y una posibilidad en cada imposibilidad. Louis D. Brandeis, en honor a quien se puso nombre a la Universidad Brandeis, dijo una vez: "En este mundo, la mayoría de las cosas dignas de hacerse habían sido declaradas imposibles antes de que fueran hechas".
Deseo de dar: Karl Menninger dijo, "Rara vez la gente generosa es gente mentalmente enferma". Y es raro que sea gente negativa. Dar es el más elevado nivel de vida. Mientras más da la persona, mejor su actitud. La diferencia no está en lo que se tiene, sino en lo que se hace con lo que tiene.
Persistencia: los sueños que se han hecho realidad son el resultado de personas que se aferraron a sus ambiciones. Se negaron a desanimarse. No permitieron que el desaliento les pusiera la mano encima. Los desafíos sólo los estimularon a un mayor esfuerzo. Cuando se tiene una actitud positiva, es más fácil ser persistente.


Responsabilidad por sus vidas: una persona de éxito entiende que nada positivo ocurre si no está dispuesto a dar un paso adelante y asumir plena responsabilidad por sus pensamientos y acciones. Sólo cuando se es responsable por sí mismo puede mirarse con honestidad, evaluar los puntos fuertes y débiles, y comenzar a cambiar.
Para cerrar, esta frase:“Todos desean a los demás y a sí mismos un buen año, pero pocos luchan por obtenerlo”. *P. Mariano de Blas.

Fuentes: enbuenasmanos.com, catholic.net

Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com

sábado, 7 de enero de 2012

HOJA PARROQUIAL DE LOS RECTORES

DOMINGO DEL BAUTISMO DEL SEÑOR
Escritura: Isaías 42, 1-4.6-7; Hechos 10, 34-38; Marcos 1, 6-11

EVANGELIO
En aquel tiempo proclamaba Juan: -Detrás de mi viene el que puede más que yo, y yo no merezco ni agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.

Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hace él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: -Tú eres mi Hijo amado, mi preferido.


COMENTARIO
La reina Victoria de Inglaterra visitó de incógnito una fábrica de papel. El encargado, desconocedor de la identidad de la ilustre visitante, le enseñó todo, incluso el sótano donde unos obreros amontonaban todos los trapos sucios que la ciudad de Londres tiraba. Ella preguntó qué se hacía con todos aquellos trapos malolientes. El encargado le informó que con esos trapos se hacía el papel más fino y más elegante del país. Cuando se marchó el encargado supo que la ilustre visitante era la mismísima Reina.
Semanas más tarde Su Majestad recibía un paquete con el papel más blanco y más fino del mundo con su imagen y su escudo de armas. Y en una nota el encargado le decía: "Este papel ha sido fabricado con los trapos sucios que Su Majestad inspeccionó recientemente".
Reciclaje: los cristianos necesitamos también un reciclaje: nacer de nuevo, purificación de nuestras vidas y hacerlas nuevas en Cristo.
Primero. Jesús antes de su bautismo.
Los evangelios no nos dicen nada de su infancia y juventud. Sólo nos cuentan un viaje a Jerusalén cuando tenía doce años. Y allí se perdió. Fue el primer disgusto que Jesús dio a José y a María.
Una vida normal. Un joven de tantos. No fue a la universidad. Trabajó en el taller de su padre. Los sábados iba a la sinagoga a cantar y escuchar la historia que Dios había hecho con su pueblo. Los domingos jugaría y charlaría con los amigos en las esquinas de Nazaret. Alguna vez tendría que ir al prestamista para poder pagar la renta. Alguna vez tendría que pedir perdón a sus padres por llegar tarde a casa. Alguna vez tendría que decir no a las malas ideas de sus compañeros. Alguna vez soñaría dejar Nazaret y viajar a otro lugar...
Jesús era tan normal que los evangelistas no tienen nada que contar.
Hasta que un día, siempre hay un día en la vida, en que todo cambió.

Segundo. El día de Jesús, su día especial, fue el día de su bautismo.
Ese día dejó de ser "normal". Dejó atrás la normalidad de Nazaret y comenzó la aventura con Dios, comenzó a incendiar el país con la "anormalidad" del reino de Dios. Su bautismo fue el día, por decirlo con nuestras palabras muy humanas y muy cristianas, el día de su cambio.

El día de su bautismo marcó un antes y un después. Y ese después fue: la pasión por el reino de Dios, la fuerza del Espíritu, la identidad plena y nueva del Hijo de Dios, la vorágine de la predicación, la irrupción del amor, la búsqueda de los pecadores y abandonados, el ser puente entre Dios y los hombres, unir cielo y tierra.
Jesús "marcado y lleno del Espíritu" descubre su nuevo ser. "Tú eres mi Hijo, el amado, al que miro con cariño". Jesús, el amado, el mirado con cariño por Dios, descubre su nueva dimensión, no se pertenece, es de Dios y para Dios. Y lo vivió con tal intensidad que ya nada fue igual. Se puso incondicionalmente al servicio de Dios hasta el final de su vida y pudo decir: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".

El día de su bautismo comenzó la nueva creación, la nueva alianza de Dios con los hombres, el nuevo bautismo en el Espíritu. Para Jesús todo empezó el día en que viajó al río Jordán, se bautizó y salió del agua lleno del Espíritu, fuerza y poder de Dios, ungido para predicar la aventura de un nuevo amor en el que hay salvación para todos.

Tercero. Hubo un día, siempre hay un día en la vida de cada persona, en que todo puede y debe cambiar. Para todos nosotros ese día fue el día de nuestro bautismo. Salimos de las aguas renovados y sellados por el hechizo del Espíritu. Pero el sello y la marca del hechizo quedan poco a poco ocultos e invisibles bajo el peso de la rutina y de la normalidad de la vida cotidiana. Hasta que un día dejamos de ser normales como lo dejó Jesús. Es el día en que despertados y quemados por el Espíritu asumimos nuestro bautismo y cambiamos de rumbo.
+Decimos adiós a la normalidad del mundo y nos convertimos a la anormalidad del evangelio.
+Decimos adiós a las pasiones de la carne y nos convertimos a la pasión del reino de Dios.
+Decimos adiós a la vida loca del hombre viejo y nos convertimos a la vida del hombre nuevo en el Espíritu.
+Decimos adiós a la esclavitud de los vicios y nos convertimos a la libertad de los hijos de Dios.


¿Cuándo llegará ese día en tu vida? Dios quiere que sea hoy.



ESTA SEMANA recuperamos la normalidad después de tanta fiesta.
Los niños de primera comunión vuelven a su catequesis normal el lunes y el martes. Los de confirmación el viernes a las 6 de la tarde.
El MOVIMIENTO APOSTOLADO DE LA DIVINA MISERICORDIA tiene reunión de FORMACION y ORACIÓN el miércoles a las 20,15.
FELIZ AÑO PARA TODOS.

jueves, 5 de enero de 2012

CELIBE NO EQUIVALE A SOLTERON

Actualizado 5 enero 2012
Célibe no equivale a solterón



El celibato es una ofrenda que un cristiano, laico, sacerdote o religioso, hace de su vida a Dios. Y no se abraza el celibato porque no le llame la atención el sexo contrario y la vida matrimonial. Es una vocación de servicio, de disponibilidad, al mundo y al Pueblo de Dios. No es nada fácil, pero Dios ayuda. Y con la Gracia de Dios todo es posible. Podría yo hablar en primera persona sobre mi experiencia de celibato sacerdotal, pero prefiero que lo haga otra persona que sabe valorar la entrega de una vida, y que lo ve desde su condición de mujer. Julieta Mújica Villegas explica en su artículo la visión teológica, espiritual y humana que ella tiene sobre el celibato, y en concreto sobre el sacerdote.



La mayoría de las veces no vemos todos los sacrificios humanos que se esconden detrás del apostolado de cada una de las personas célibes y consagradas (sean laicos, sacerdotes o religiosos. Añado yo).

Fue hace tres años, a la salida de un cine ubicado en el centro de una mega plaza comercial. Estábamos tomando un refresco cuando pasó por ahí: era joven, de buen porte y, evidentemente, se trataba de un novel sacerdote o de un seminarista. Cuando pasó cerca de nosotras una de mis amigas dijo en voz alta: “¡qué desperdicio!”. Él se detuvo, viró con parsimonia, semblante tranquilo, y con voz pausada, clara y masculina dijo: “Desperdicios como yo somos llamados por Dios para tratar de salvar a desperdicios como tú”.






En los últimos meses han salido a la luz diversos casos de sacerdotes, e incluso de algún obispo, que fallaron a su promesa o voto de celibato. Más allá del morbo que suscitan todos estos sucesos y que suelen ser objeto de venta por parte de algunos medios de comunicación, y de consumo por parte de muchas personas, está una reflexión más profunda. Digo ya desde ahora que no justifico en ningún caso las acciones, pero me queda claro que tampoco puedo constituirme en juez de nadie, menos después de haber reflexionado un poco más en algunos puntos que no pueden pasar desapercibidos.

El primer punto es relativo al qué hago yo cómo católica por los ministros de Dios. Conozco a no pocas personas que atacan y critican los casos que objetiva o falsamente van saliendo a la luz, incluso siendo creyentes, pero ¿acaso rezamos y nos sacrificamos por ellos?

Es verdad que tanto sacerdotes como religiosas son o deben ser conscientes de la radicalidad de su llamado y de las exigencias que éste mismo implica, pero esta consciencia no nos exime de estar más pendientes de qué necesitan nuestro sacerdotes y religiosos, no sólo materialmente, si bien ya es buen comienzo.

Una palabra de aliento, estar disponibles para escucharles, ayudarles, atenderles… en definitiva vivir la fe, que es también un hondo sentido de familia, debería ser una constante. Su ministerio pastoral es costoso y la mayoría de las veces no vemos todos los sacrificios humanos que se esconden detrás del apostolado de cada una de las personas consagradas.

Otro punto es referente al trato. A veces me llama la atención que las mujeres jóvenes deseen confesarse con los curas jóvenes como si el perdón dependiese de la juventud del confesor. Quizá por prudencia y en un afán de ayuda a través de su consejo, debería ser más habitual acudir a sacerdotes experimentados al momento de tratar o pedir confesión en temas tocantes al sexto y noveno mandamiento, especialmente.





También me impacta la manera como a veces podemos ir vestidas las mujeres ya no sólo a ese Sacramento (escotes de pecho y falda, pantalones entallados, etc.). En este contexto, las mujeres respecto a los hombres consagrados, y los hombres respecto a las mujeres consagradas, deberíamos saber presentarnos decentemente delante de ellos. Sí, son parte de nuestra familia en la fe pero no hay que comportarse con familiaridad con ellos: tocarles en todo momento, abrazarles a la primera ocasión, desvivirse en halagos que, además de que pueden ser adulaciones falsas, salen sobrando… El sentido de familia y la familiaridad son dos cosas diversas.

Durante las últimas semanas también me ha venido insistentemente a la mente una pregunta: ¿en quién tengo puesta mi fe? Y está claro: ante todo mi fe está puesta en Cristo. Por tanto, el fallo de un sacerdote –o de millones de ellos, si se diera el caso no debe mermar mi fe en Dios que no falla, y en su Iglesia, medio de salvación. Mi fe no está en el ministro sino en Cristo mismo. Un sacerdote podrá fallar porque puede elegir libremente el mal, pero Dios nunca falla. Me queda claro que a pesar del ministro, Dios actúa. Y esto es una muestra más del milagro y del misterio de la fe: Dios nos puede hacer llegar su gracia a través de cañerías sucias porque nos ama.

No tengo reparo en decir que besaría las manos de todos los sacerdotes del mundo, también de los indignos; no porque ellos lo merezcan sino porque son las manos que han bajado a Dios a la tierra y un día fueron ungidas con el óleo que los configuró sustancialmente con Cristo.




Vivimos en un tiempo donde la sexualidad ha sido banalizada. Lo erótico se ha convertido en objeto de consumo y más se vende en tanto cuanto esté menos cobijada le persona que exhibe.

La publicidad en la televisión, en las revistas, en los periódicos, en los anuncios espectaculares al lado de las autopistas y carreteras; las canciones, los programas y series de televisión, las películas… todo parece querer llevar en una sola dirección. Y es obvio que un alma consagrada no va con los ojos vendados por el mundo. También es víctima de ese ambiente pero nosotros podemos ayudarlo. ¿Cómo? Cuántos correos electrónicos de dudosa reputación podemos evitarles (o también los que sólo les pueden quitar el tiempo); cuántos regalos verdaderamente útiles de acuerdo a su condición de célibes; cuánta motivación de nuestra parte para espantarle “las moscas que merodean la miel”; ¡hay que seguir suscitando el amor a nuestros sacerdotes y monjitas! ¡Apoyemos la vocació;n de quienes Dios quiere llamar en nuestros hogares! Este año sacerdotal que comenzaremos el próximo día 19 de junio, por iniciativa del Papa Benedicto XVI, es un medio más para revalorar la figura sacerdotal.

No creo que la abolición del celibato sea la medida correcta ante los hechos que hemos ido conociendo y que, quizá en un futuro, se seguirán sucediendo. Y no lo creo porque la fe suele ir contra corriente, la fe no está para adaptarse a lo trivial y novedoso, la fe no es fruto de la democracia. Me parece que la Iglesia ya está haciendo mucho al recordar constantemente cuáles son las motivaciones que debe haber en el candidato al sacerdocio, lo que muchas veces vale también para todas las almas consagradas.




No se me hace justo que precisamente los que hablen contra la castidad consagrada sean precisamente los que han fallado en ese compromiso que un día hicieron consciente y libremente esas personas. ¿Y los testimonios de tantos otros que viven sus compromisos de amor con Dios, por qué no salen a la luz con tanta insistencia como los de los absentistas? Sí, todo podría ir a la deriva de lo facilón y lo más práctico. Pero si a facilidad y practicidad nos sujetásemos, quizá la ascesis cristiana no tendría ningún sentido así como las virtudes que se nos recomiendan vivir en este credo.

Cuando en el centro comercial aquel joven sacerdote –¿o seminarista?– respondió de esa manera a mi amiga, comprendí que ese hombre amaba su vocación y tenía clara la misión que Dios le había confiado y él aceptó realizar. Desde entonces he caído en la cuenta que mi misión como católica es también la de apoyar esa misión que, en definitiva, también es la todos los que creemos en Cristo.

Julieta Mújica Villegas

http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=6054

Como sacerdote que soy no puedo menos que agradecer a Julieta esta atinada defensa del celibato sacerdotal. Célibe no equivale a solterón. El célibe también ha hecho un compromiso de amor con Dios y con los demás. Ha donado su vida para ponerla a disposición de las exigencias de Reino de Dios. Tendremos muchos defectos. Incluso podemos fallar alguna vez, pero la intención es buena, y hay que cuidarla y defenderla. Nos jugamos en ello los mismos fines de la Iglesia. Cuando veamos a un sacerdote joven lleno de ilusión, hay que pedir a Dios que le conserve la esperanza de intentar con su entrega que el mundo sea un poco mejor.

Juan García Inza

Juan.garciainza@gmail.com

GUAPA, EXITOSA Y VIRGEN A LOS TREINTA AÑOS

Actualizado 3 enero 2012
Guapa, exitosa y virgen a los treinta años





El tema puede resultar un tanto extraño en estos tiempos que correr. La virginidad no es algo que se lleve mucho en un mundo que parece obsesionado con el sexo. Y hablar de virginidad puede provocar la risa en ambientes fuertemente marcados por el hedonismo, entre jóvenes y adultos. Y cuando no se entiende la virginidad temporal, el celibato apostólico para siempre es una locura. Alguno lo tachan de antinatural. Por eso es reconfortante que una joven de 30 años, como la de la foto, hable con todo desparpajo de su decisión de ser virgen hasta el momento del matrimonio.
Nos lo cuenta Juan Antonio Ruiz J., LC.
En Italia, país que me ha acogido los últimos siete años de mi vida, el mundo de la moda se vive con particular intensidad. Y uno puede distinguir por la calle claramente dos tipos de tendencias entre las jóvenes. A unas las llamo las “chicas Armani” y a las otras “las señoritas Carolina Herrera”. Las chicas Armani son quienes se rebajan a los deseos del hombre y parecen decirles: «aquí estoy para cuando quieras». Las Carolina Herrera, por el contrario, no se rebajan, sino que invitan al sexo opuesto a subir hasta donde ellas, bellas, dominan: «si quieres tenerme, tienes que subir hasta aquí». Unas muestran ombligo; otras, se engalanan. Unas pierden sus valores en aras de un placer instantáneo; las otras saben defender lo que les es propio para un futuro de larga duración. Incluso dentro de las iglesias sale a relucir todo esto, hasta el punto que un párroco tuvo que llamar la atención a las jóvenes de su feligresía, no sin una pequeña pizca de ironía: «Dado que el Padre Eterno ya sabe cómo están hechas, eviten entrar en la iglesia con el ombligo descubierto».
Me ha venido en mente esta reflexión al leer la historia de Vivian Sleiman, joven venezolana de origen libanés, que ha convertido en bestseller el relato de su vida. Una historia que tiene como título un reto que, a primera vista, parecía llamado al fracaso: Virgen a los treinta. Y, sin embargo, sus libros son preferidos por las adolescentes de su país mucho más que al mismísimo Harry Potter. ¿Cuál es el secreto de su éxito?
Ante todo, conviene subrayar que Vivian no es fea. Alta y espigada (mide 1,79 metros), de piel blanca y cabello negro, se presentó al concurso de Miss Venezuela en el 2001, teniendo como talla los famosos 90-60-90. Era favorita... pero no ganó. ¿La razón? Se retiró cuando uno de los sujetos del jurado quiso llevársela a la cama como condición para alzarse con la corona.

En un artículo aparecido en el diario español ABC -en donde también aparece la dramática historia de su familia- Vivian reveló que tardó sólo cuatro meses en escribir su libro: «Escribirlo fue para mí una catarsis». Y es que su sencillo relato lo presenta desde el palco de quien quiere «preservar la virginidad hasta encontrar el amor verdadero».

Y no es que Vivian no sienta nada. Para los suspicaces, aclara: «Si no me he entregado a ningún hombre, no es porque sea frígida, ni tampoco porque no sea capaz de sentir; no, soy una mujer apasionada, con la hormonas siempre a flor de piel, que siente con mucha intensidad (a veces creo que el doble) las cosas normales del día a día». Sólo que tomó la decisión de permanecer virgen, no por obligación, sino por convicción, hasta que llegue el momento: «Nunca me planteé llegar así a los treinta, pero son vicisitudes que suceden en la vida. Yo me he preguntado mucho si, en pleno siglo XXI, el mundo está equivocado o yo estoy equivocada. Como mujer me he sentido frustrada en muchas ocasiones. Hoy día me siento fortalecida, me siento bien, no me siento ni mejor ni peor que otras, simplemente soy yo, Vivian Sleiman».

Su testimonio es un oasis en medio de una Venezuela líder en embarazos prematuros, un país donde es frecuente que las niñas de doce y catorce años hayan perdido la virginidad, o donde las muchachas venden en internet su primera vez por miles de dólares. De hecho, Vivian está dispuesta a dar charlas en los colegios y escuelas para sensibilizar y educar a las adolescentes sobre su experiencia virginal. Que se den cuenta que se puede ser bella y atractiva, sin necesidad de ser una chica Armani.
Publicado por Juan Antonio Ruiz J., LC en http://contintadeesperanza.blogspot.com/2011/12/guapa-exitosa-y-virgen-los-treinta-anos.html



El testimonio habla por sí solo. Bueno sería que entre las jóvenes cunda esta disposición de guardar celosamente su virginidad, frente a tanto desaprensivo que lo único que le interesa es convertir a la mujer en objeto de sus propios vicios. Al final es siempre la mujer la que sale perdiendo. ¿No se podría poner de moda la virginidad como defensa de la dignidad de la mujer, y también del hombre? Le estaríamos dando a la sexualidad su verdadfera dimensión, la que Dios quiere.

www.youtube.com/watch

Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com