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sábado, 13 de agosto de 2011

LLUEVE GRACIA SOBRE ESPAÑA


En esta sequedad veraniega, que también se nota en la práctica religiosa, está cayendo un diluvio de Gracia de Dios sobre toda España. Es un gozo contemplar los ríos de alegría que están regando nuestros pueblos y ciudades. Se nota en el ambiente. Es una racha de frescura para nuestra fe muchas vences cansina.



He podido comprobar en algunos pueblos de mi región la ilusión que ha supuesto recibir a estos chicos y chicas que vienen con hambre de Verdad y ganas de compartir la fe. Esta misma mañana he entrado en la Catedral de my Diócesis y me he quedado boquiabierto oyendo celebrar y catequizar en árabe. ¡Qué bonito es ver una Catedral Católica llena de árabes! Naturalmente árabes cristianos, venidos de Jordania, de Palestina y de otros países. Cantaban y se daban la paz. Yo estaba como simple espectador, pero algunos me pedían la bendición para sus rosarios. Pronto enorme plaza del Cardenal Belluga frente a la Catedral se ha llenado de jóvenes con sus banderas. Y al ver pasar a un sacerdote, como yo, se sonreían simpáticamente. Me he acordado cuando hace unas semanas los jóvenes del 15 M que acampaban cerca de allí increpaban y escupían a un sacerdote mayor. Hay mucha diferencia entre el que tiene fe y el que no tiene la suerte de creer en algo más de lo que ven sus ojos.





Escuchaba a través del Canal 13 algunos testimonios gratificantes de familias acogedoras de peregrinos. Me ha llamado particularmente la atención un matrimonio con 10 hijos que ha acogido a 12 peregrinos. La familia se ha apretujado durmiendo todos los niños en el suelo para que los jóvenes de la JMJ pudieran descansar en sus camas.

Una niña de 7 años decía que estaba de ayudante de los voluntarios, y que habían venido expresamente de Londres para estar junto al Papa estos días.

Una discapacitada psíquica estaba ayudando a los cuatrocientos discapacitados que han venido de otros países. Ellos también tienen derecho a compartir su fe y enterarse bien de lo que estos días se está hablando de Dios.

Una mujer soltera mayor ha acogido a varios colombianos en Granada. Uno de ellos manifestaba su enorme alegría por haber venido por primera vez a España, visitar la tumba de los Reyes Católicos, los reyes del descubrimiento de América, y que su país recuerda especialmente por llevar en nombre en honor a Colón. Pero sobre todo por tener la oportunidad inmensa de estar con el Papa tras varios años de ahorrar para pagarse el viaje.

Y así miles de testimonios que podremos oír estos días por los medios que tengan el detalle y el gusto de retrasmitirnos los acontecimientos.

Recojo finalmente el testimonio de una joven monja, fruto de una JMJ anterior:

Sor María de Nazaret O.P.



41 años
Dominica Contemplativa
Monasterio Nuestra Señora de la Piedad (Palencia)

testigos de la Verdad
Soy una monja Dominica que lleva 17 años entregando
cada día mi vocación al Señor, para que
me la realice. Cada llamada de Dios es una historia
preciosa que te va sellando el corazón. Siempre
asocié mi búsqueda vocacional con las JMJ y
a ellas estoy muy agradecida, por eso animo a participar
en estos encuentros donde el Señor parece
que habla con más cercanía y claridad.
La primera que asistí fue a la de Santiago de Compostela,
tenía 19 años y muy pocas ganas de ser
monja. Yo quería casarme, tener muchos hijos y
evangelizar en cualquier rincón del mundo.
Dos años después fui a la de Czestochowa. Por
entonces ya habían pasado unos cuantos cambios
en mi vida: había dejado de estudiar la carrera,
había hecho una experiencia en el monasterio
donde ahora me encuentro y mi concepto sobre
las monjas había cambiado. Deseaba entrar pronto
en el monasterio, pero no había llegado todavía
el momento.
Decidí estudiar Educación Especial mientras se
aclaraban mis interrogantes. El contacto con los
niños deficientes me impactó, pero el camino de
la Vida Contemplativa no se había cerrado y como
las Hermanitas de Belén hacían retiros vocacionales,
me fui con ellas a Sigena (Huesca) y más
tarde a Grenoble (Francia), donde pasé un mes
con las Hijas de San Bruno.
En esta situación me encontraba cuando fui a
Denver. Quería ser monja, pero no sabía el lugar;
tanto en Francia como en Palencia había disfrutado
de muchos encuentros con el Señor y la liturgia
llenaba mi vida. Y fue allí, en las colinas del
Colorado, cuando le dije a la Virgen que me llevase
al sitio que el Padre me había preparado
desde la eternidad y así fue. Ese mismo año, durante
la vigilia de la Inmaculada, me lo mostró; y
aunque la tentación de dar marcha atrás estuvo
siempre muy presente, me fié de Ella y poco a
poco todos los obstáculos se fueron allanando
hasta que por fin llegó el día esperado: el 26 de
Diciembre de 1.993, fiesta de la Sagrada Familia
de Nazaret, crucé el umbral del monasterio de Dominicas
de Palencia, para gloria de Dios y salvación
de los hombres.
Desde entonces cada Jornada Mundial de la Juventud
la he vivido intensamente con el deseo de
que muchos jóvenes encuentren el sentido correcto
de su vida. Y cada vez que cantamos el
salmo 121, que es muy alegre porque lo cantan
los peregrinos cuando llegan a Jerusalén, me uno
a cada joven que busca orientar su vida conforme
a los planes de Dios.
¡Qué el Señor nos bendiga en esta nueva Jornada
Mundial de la Juventud y recojamos abundantes
frutos; cimentados en la roca, firmes en la fe!


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