Escritura: Solemnidad del Corpus Christi
Éxodo 24, 3-8; Hebreos 9, 11-15;
Marcos 14, 12-16.22-26
EVANGELIO
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne, para la vida del mundo. Disputaban entonces los judíos entre sí: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Entonces Jesús les dijo: Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que coma este pan vivirá para siempre.
COMENTARIO
Érase un muchacho que siempre llegaba tarde a casa cuando salía de la escuela. Los consejos y reprimendas no surtían ningún efecto. Finalmente, un día, su padre le llamó al orden y le dijo: "la próxima vez que llegues tarde, cenarás pan y agua. ¿Está claro?" El hijo lo entendió perfectamente.
Pocos días después el muchacho llegó a casa más tarde que nunca. Sus padres no le dijeron nada. Cuando se sentaron a cenar vio que los platos de sus padres estaban llenos y en el suyo había sólo un trocito de pan y un vaso de agua. Miró al pan y luego al agua. El padre esperó un rato para que el hijo interiorizara el castigo. Luego tomó el plato del hijo y se lo puso delante de él. Cogió su plato y lo puso enfrente de su hijo y se pusieron a cenar.
Años más tarde, ese mismo muchacho al recordar aquel episodio de su vida comentaba: "Toda mi vida he sabido cómo es Dios por lo que hizo mi padre aquella noche".
Hermosa lección en la que el padre se impone el castigo que su hijo merece. Una lección sin palabras. Una lección sobre Dios que el hijo nunca olvidó.
Jesús, como el padre de la historia, cada domingo coge nuestro plato vacío y nos ofrece un plato rebosante de amor y perdón y nos dice: "Tomad y comed, esto es mi cuerpo." Los domingos Jesucristo multiplica el pan para sus hijos e hijas.
Primero escuchamos a Jesús para vernos a nosotros débiles, desobedientes y necesitados de sanación. Nosotros que vivimos en un mundo que ha arrinconado a Dios, tenemos que experimentar su presencia, su poder y su amor. Dios satisface nuestra hambre con el pan de vida.
"Jesús hablaba a las gentes del Reino de Dios".
Primero la Palabra, la Buena Noticia, el Reino de Dios; primero darnos a conocer que estamos llamados a formar parte de un nuevo orden de cosas. Jesús quiere mostrarnos el mundo y nuestras vidas tal como su Padre las ve.
Y la Palabra de Dios, en este día de fiesta, nos remite a algo tan cotidiano y necesario como es el pan y el vino.
NO DIOS
RELATO:
Un estudiante de filosofía estaba en clase y se suscitó una discusión sobre la existencia de Dios. El profesor argumentó de esta manera:
¿Alguien en esta clase ha oído a Dios? Nadie respondió.
¿Alguien en esta clase ha tocado a Dios? Nadie respondió.
¿Alguien en esta clase ha visto a Dios? Nadie respondió.
El profesor concluyó “luego Dios no existe.”
El estudiante pidió permiso para hablar. El profesor se lo concedió.
El estudiante preguntó a sus compañeros:
¿Alguien en nuestra clase ha oído el cerebro de nuestro profesor? Silencio
¿Alguien en nuestra clase ha tocado el cerebro de nuestro profesor? Silencio
¿Alguien ha visto el cerebro de nuestro profesor? Silencio
Según la lógica de nuestro profesor, tiene que ser verdad que nuestro profesor no tiene cerebro.
Ese estudiante recibió un sobresaliente.
AVISOS
Horario de Verano:
Como cada año, en los meses de verano reducimos el número de Misas de los días festivos por la ausencia de muchos feligreses por razones familiares. Los sacerdotes también debemos suplirnos unos a otros para facilitar las correspondientes vacaciones. Con este motivo, A PARTIR DEL PRÓXIMO DOMINGO DÍA 3 DE JULIO: SE SUPRIME LA MISA DE LAS 11,30 DE LA MAÑANA, QUEDANDO LAS MISAS DE LAS VISPERAS DE FESTIVOS (20 H.) Y LA MISA DE LA TARDE DE LOS FESTIVOS (20 H.). Las Misas de los días laborables durante el mes de Julio quedan como están, excepto la semana del 4 al 8 que se suprime por estar de peregrinación en Medjugorje (Bosnia) con un grupo de personas.
Este Blog pretende ser un instrumento al servicio de la Parroquia, para información y formación de los visitantes
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lunes, 27 de junio de 2011
viernes, 24 de junio de 2011
miércoles, 22 de junio de 2011
Los diez errores que hay que evitar en la educación de los hijos
ctualizado 21 junio 2011
Los 10 errores más comunes en la educación de los hijos
La educación es una de las preocupacions más importantes de los padres. No basta traer hijos al mundo, alimentarlos bien, y que no les falte de nada. La educación es el arte de hacer de de esos hijos personas formadas, no solo instruidas. Hay mucho que desarrollar en la persona de cada hijo: virtudes humanas, buenos hábitos, virtudes cristianas, corrección en el trato, capacidad de discernimiento, madurez afectiva… Mucha tarea, es cierto, pero eso es lo que exige una obra de arte, con la ayuda de los expertos.
Una página dedicada especialmente a la familia (ver enlace al final del artículo), se plantea el tema de los errores más comunes que se pueden cometer a la hora de educar a los hijos. Aquí los ofrecemos para información del interesado en el tema.
¿Se ha preguntado alguna vez el porqué de la expresión: “educar es un arte”? Pues bien, la labor educativa de un padre es tan delicada como maravillosa, que implica un proceso de aprendizaje sujeto a equivocaciones. A pesar de querer lo mejor para los hijos, no siempre los padres los benefician con ciertas actitudes.
Sabemos pues que nadie nace aprendido –al menos hasta ahora- ni siquiera los padres, serán muchos los intentos fallidos para hacer de los hijos personas valerosas, sin embargo deben ser esos tropiezos, oportunidades para detener una conducta inapropiada y revertir el cauce.
No es la intención hacer críticas a una labor tan admirable, como es la de un padre, sino abrir espacios de reflexión donde se evalúen acciones que pueden ser corregidas a tiempo. A continuación las equivocaciones más frecuentes de los papás en la formación de sus hijos.
1. Uso inadecuado de la autoridad: es cuando la autoridad sólo se concibe en los extremos: autoritarismo o permisividad, no hay punto medio. Tan dañina es una como la otra, el ambiente educativo en ambas no ayuda en lo absoluto a la formación de la persona, la primera por la posición rigurosa de los padres que da como respuesta unos hijos temerosos y solapados; y la segunda por exceso de libertad que se convierte en el efecto contrario (personas llenas de ataduras).
2. Incongruencia entre el decir y el actuar: es uno de los errores que más cometen los educadores sin tener conciencia de su alcance. Se refiere a las famosas amenazas que nunca se llevan a cabo, así como a las promesas que no logran ser cumplidas. Para una mejor ilustración, es cuando los papás aplican normas o sanciones que al final ellos mismos las ignoran, no las hacen cumplir o terminan cediendo. Esto indica que la autoridad es débil y puede quebrantarse fácilmente.
3. Disparidad en la autoridad: hace alusión a la situación donde la madre emite un mensaje y el padre otro, con regularidad desautorizándose entre ellos, lo que produce un laberinto donde el hijo no sabe en qué dirección marchar ni a qué salida llegar. La falta de unión de criterios educativos, entorpece la misión instructiva.
4. Concepto erróneo de la libertad: es la falsa creencia de que la libertad consiste en permitirle a los hijos hacer lo que quieran, donde quieran, como quieran y la hora que quieran, porque consideran que al establecer lineamientos están impidiendo el libre desarrollo de la personalidad. Muy diferente es educar en la libertad: permitir y promover en los hijos la toma de decisiones con base en distintas posibilidades, ayudándoles a distinguir lo que es beneficioso y lo que no.
5. Sobreprotección: no es otra cosa que impedir la autonomía de los hijos, donde los padres realizan por ellos trabajos que están en total capacidad de ejercerlos por sus propios medios. Por lo general este tipo de padres, buscan evitarles a los hijos todo sufrimiento o dificultad posible. El fruto de la sobreprotección es la inseguridad que se genera en la persona, así como la incapacidad para sortear inconvenientes. Es un amor posesivo, de apego, que obstaculiza el proceso natural de los hijos.
6. Manipulación afectiva: es cuando se pone de por medio un interés específico del padre, para lograr un objetivo con sus hijos. Puede darse en cualquier edad, incluso cuando los hijos ya han formado sus propios hogares y los padres recurren a diversas razones (dinero, enfermedad, compañía, etc.) para capturar su atención; mientras que cuando están pequeños los elementos de manipulación suelen ser otros.
7. Llenar vacíos con elementos materiales: es un fenómeno que se vive en muchas familias actuales, la falta de tiempo para estar con los hijos, se compensa con juguetes, computadoras, celulares… que tienen como fin satisfacer el cariño que los padres no les pueden conceder por sus ocupaciones laborales.
8. No reconocer las limitaciones de los hijos: negarse a admitir las dificultades que los hijos presentan o exigirles habilidades que no poseen, da lugar a una serie de contrariedades que perjudican a las dos partes. Muchas veces los padres buscan hacer de sus hijos lo que ellos no pudieron lograr, de forma que sus frustraciones las ven posibles en la vida de sus pequeños. Otro escenario donde es común esta situación, es en el dinamismo de la relación familia-colegio, en la cual los maestros retroalimentan a los padres sobre la conducta de los hijos y ellos se rehúsan a aceptar dicha realidad.
9. Comunicación deficiente: es el miedo a tratar con los hijos ciertos temas difíciles de abordar (sexualidad, adicciones, amistades poco convenientes…) lo que los deja en plena libertad para hallar la información en fuentes que distorsionan la realidad y el sentido de las cosas.
10. Manejo de las nuevas tecnologías: se ha observado en los hogares una carencia de límites y normas para el uso de las tecnologías, lo que puede abrir puertas a mundos oscuros y peligrosos para seres humanos que todavía se encuentran en formación, como son contactos con personas desconocidas, pornografía, adicción al juego, aislamiento, entre otros.
Puede que muchos padres cometan alguno de estos errores, pero no hay que desanimarse. Es cuestión de tomar buena nota e intentar que esa obra de arte, que es la educación, se perfeccione con un interés renovado de hacer de los hijos lo que realmente ha soñado, o sueña cada día. La educación es una labor difícil hoy, pero apasionante. No hay cosa mejor que enseñar a un hijo o una hija a ser de verdad hombre y mujer.
Fuente: www.LaFamilia.info
Una bonita historia:
www.youtube.com/watch
Los 10 errores más comunes en la educación de los hijos
La educación es una de las preocupacions más importantes de los padres. No basta traer hijos al mundo, alimentarlos bien, y que no les falte de nada. La educación es el arte de hacer de de esos hijos personas formadas, no solo instruidas. Hay mucho que desarrollar en la persona de cada hijo: virtudes humanas, buenos hábitos, virtudes cristianas, corrección en el trato, capacidad de discernimiento, madurez afectiva… Mucha tarea, es cierto, pero eso es lo que exige una obra de arte, con la ayuda de los expertos.
Una página dedicada especialmente a la familia (ver enlace al final del artículo), se plantea el tema de los errores más comunes que se pueden cometer a la hora de educar a los hijos. Aquí los ofrecemos para información del interesado en el tema.
¿Se ha preguntado alguna vez el porqué de la expresión: “educar es un arte”? Pues bien, la labor educativa de un padre es tan delicada como maravillosa, que implica un proceso de aprendizaje sujeto a equivocaciones. A pesar de querer lo mejor para los hijos, no siempre los padres los benefician con ciertas actitudes.
Sabemos pues que nadie nace aprendido –al menos hasta ahora- ni siquiera los padres, serán muchos los intentos fallidos para hacer de los hijos personas valerosas, sin embargo deben ser esos tropiezos, oportunidades para detener una conducta inapropiada y revertir el cauce.
No es la intención hacer críticas a una labor tan admirable, como es la de un padre, sino abrir espacios de reflexión donde se evalúen acciones que pueden ser corregidas a tiempo. A continuación las equivocaciones más frecuentes de los papás en la formación de sus hijos.
1. Uso inadecuado de la autoridad: es cuando la autoridad sólo se concibe en los extremos: autoritarismo o permisividad, no hay punto medio. Tan dañina es una como la otra, el ambiente educativo en ambas no ayuda en lo absoluto a la formación de la persona, la primera por la posición rigurosa de los padres que da como respuesta unos hijos temerosos y solapados; y la segunda por exceso de libertad que se convierte en el efecto contrario (personas llenas de ataduras).
2. Incongruencia entre el decir y el actuar: es uno de los errores que más cometen los educadores sin tener conciencia de su alcance. Se refiere a las famosas amenazas que nunca se llevan a cabo, así como a las promesas que no logran ser cumplidas. Para una mejor ilustración, es cuando los papás aplican normas o sanciones que al final ellos mismos las ignoran, no las hacen cumplir o terminan cediendo. Esto indica que la autoridad es débil y puede quebrantarse fácilmente.
3. Disparidad en la autoridad: hace alusión a la situación donde la madre emite un mensaje y el padre otro, con regularidad desautorizándose entre ellos, lo que produce un laberinto donde el hijo no sabe en qué dirección marchar ni a qué salida llegar. La falta de unión de criterios educativos, entorpece la misión instructiva.
4. Concepto erróneo de la libertad: es la falsa creencia de que la libertad consiste en permitirle a los hijos hacer lo que quieran, donde quieran, como quieran y la hora que quieran, porque consideran que al establecer lineamientos están impidiendo el libre desarrollo de la personalidad. Muy diferente es educar en la libertad: permitir y promover en los hijos la toma de decisiones con base en distintas posibilidades, ayudándoles a distinguir lo que es beneficioso y lo que no.
5. Sobreprotección: no es otra cosa que impedir la autonomía de los hijos, donde los padres realizan por ellos trabajos que están en total capacidad de ejercerlos por sus propios medios. Por lo general este tipo de padres, buscan evitarles a los hijos todo sufrimiento o dificultad posible. El fruto de la sobreprotección es la inseguridad que se genera en la persona, así como la incapacidad para sortear inconvenientes. Es un amor posesivo, de apego, que obstaculiza el proceso natural de los hijos.
6. Manipulación afectiva: es cuando se pone de por medio un interés específico del padre, para lograr un objetivo con sus hijos. Puede darse en cualquier edad, incluso cuando los hijos ya han formado sus propios hogares y los padres recurren a diversas razones (dinero, enfermedad, compañía, etc.) para capturar su atención; mientras que cuando están pequeños los elementos de manipulación suelen ser otros.
7. Llenar vacíos con elementos materiales: es un fenómeno que se vive en muchas familias actuales, la falta de tiempo para estar con los hijos, se compensa con juguetes, computadoras, celulares… que tienen como fin satisfacer el cariño que los padres no les pueden conceder por sus ocupaciones laborales.
8. No reconocer las limitaciones de los hijos: negarse a admitir las dificultades que los hijos presentan o exigirles habilidades que no poseen, da lugar a una serie de contrariedades que perjudican a las dos partes. Muchas veces los padres buscan hacer de sus hijos lo que ellos no pudieron lograr, de forma que sus frustraciones las ven posibles en la vida de sus pequeños. Otro escenario donde es común esta situación, es en el dinamismo de la relación familia-colegio, en la cual los maestros retroalimentan a los padres sobre la conducta de los hijos y ellos se rehúsan a aceptar dicha realidad.
9. Comunicación deficiente: es el miedo a tratar con los hijos ciertos temas difíciles de abordar (sexualidad, adicciones, amistades poco convenientes…) lo que los deja en plena libertad para hallar la información en fuentes que distorsionan la realidad y el sentido de las cosas.
10. Manejo de las nuevas tecnologías: se ha observado en los hogares una carencia de límites y normas para el uso de las tecnologías, lo que puede abrir puertas a mundos oscuros y peligrosos para seres humanos que todavía se encuentran en formación, como son contactos con personas desconocidas, pornografía, adicción al juego, aislamiento, entre otros.
Puede que muchos padres cometan alguno de estos errores, pero no hay que desanimarse. Es cuestión de tomar buena nota e intentar que esa obra de arte, que es la educación, se perfeccione con un interés renovado de hacer de los hijos lo que realmente ha soñado, o sueña cada día. La educación es una labor difícil hoy, pero apasionante. No hay cosa mejor que enseñar a un hijo o una hija a ser de verdad hombre y mujer.
Fuente: www.LaFamilia.info
Una bonita historia:
www.youtube.com/watch
domingo, 19 de junio de 2011
60 horas de Adoración al Santísimo como regalo al Papa en su 60 aniversario de Ordenación sacerdotal
El Prefecto de la Congregación para el Clero en el Vaticano, Cardenal Mauro Piacenza, alentó a los obispos del mundo a promover 60 horas de adoración eucarística por la santificación de todos los sacerdotes, por las nuevas vocaciones y por el Papa Benedicto XVI quien celebra el 60° aniversario de su ordenación sacerdotal el próximo 29 de junio,Solemnidad de San Pedro y San Pablo.
El Santo Padre fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951 junto a su hermano, Mons. Georg Ratzinger, en la Catedral de Freising (Alemania).
Esta ocasión, escribe el Cardenal Piacenza, "es particularmente propicia para reunirnos en torno al Pontífice, para testimoniarle toda nuestra gratitud, nuestro afecto y nuestra comunión por el servicio que ofrece a Dios y a la Iglesia, y sobre todo por ese ‘hacer resplandecer la verdad sobre el mundo’, al que su alto magisterio continuamente exhorta’".
En el texto firmado también por el Secretario de la Congregación para el Clero, Arzobispo Celso Morga Iruzubieta, se explica que las horas de adoración eucarística dedicadas a esta intención pueden ser continuas o pueden distribuirse durante el mes de junio, y debe comprometer "de manera particular a los sacerdotes".
"El culmen de este recorrido de oración podría coincidir con la Solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús (Jornada de santificación sacerdotal), el próximo viernes 1 de julio", añade el Cardenal.
Con esta especial iniciativa, prosigue la carta, "se podría homenajear al Pontífice con una extraordinaria corona de oraciones y de unidad sobrenatural, capaz de mostrar el centro real de nuestra vida, de la que surge todo esfuerzo misionero y pastoral, así como el auténtico rostro de la Iglesia y sus sacerdotes".
Para estas 60 horas de adoración eucaristía, la Congregación sugiere la meditación de pasajes bíblicos en los que aparece el Apóstol San Pedro, el primer Papa, especialmente los capítulos 20 y 21 del Evangelio de San Juan en donde el Señor le pregunta a Simón si lo ama más que los otros; y el capítulo 16 del Evangelio de San Mateo en el que Cristo le dice "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia".
sábado, 18 de junio de 2011
DOMINGO DE LA SANTISIMA TRINIDAD
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
Podemos contemplar a la santísima Trinidad desde la Teología Dogmática. Hay grandes tratados sobre Ella. Pero para una homilía resultaría un tanto árida y difícil de abarcar en pocos minutos. Es más práctico acercarnos a Dios Uno y Trino desde la Teología espiritual, y ver el modo de tratar a Dios con amor. Uno de los Santos que mejor enseñó a relacionarnos con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo fue San Josemaría Escrivá. De sus abundantes escritos ofrecemos algunas de sus consideraciones: Aprende a alabar al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Aprende a tener una especial devoción a la Santísima Trinidad: creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios Espíritu Santo; espero en Dios Padre, espero en Dios Hijo, espero en Dios Espíritu Santo; amo a Dios Padre, amo a Dios Hijo, amo a Dios Espíritu Santo. Creo, espero y amo a la Trinidad Beatísima.
—Hace falta esta devoción como un ejercicio sobrenatural del alma, que se traduce en actos del corazón, aunque no siempre se vierta en palabras.
Forja, 296
Dios está contigo. En tu alma en gracia habita la Trinidad Beatísima.
—Por eso, tú, a pesar de tus miserias, puedes y debes estar en continua conversación con el Señor.
Forja, 261
Tratar a cada una de las Personas divinas.
Habíamos empezado con plegarias vocales, sencillas, encantadoras, que aprendimos en nuestra niñez, y que no nos gustaría abandonar nunca. La oración, que comenzó con esa ingenuidad pueril, se desarrolla ahora en cauce ancho, manso y seguro, porque sigue el paso de la amistad con Aquel que afirmó: Yo soy el camino. Si amamos a Cristo así, si con divino atrevimiento nos refugiamos en la abertura que la lanza dejó en su Costado, se cumplirá la promesa del Maestro: cualquiera que me ama, observará mi doctrina, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos mansión dentro de él.
El corazón necesita, entonces, distinguir y adorar a cada una de las Personas divinas. De algún modo, es un descubrimiento, el que realiza el alma en la vida sobrenatural, como los de una criaturica que va abriendo los ojos a la existencia. Y se entretiene amorosamente con el Padre y con el Hijo y con el Espíritu Santo; y se somete fácilmente a la actividad del Paráclito vivificador, que se nos entrega sin merecerlo: ¡los dones y las virtudes sobrenaturales!
Amigos de Dios, 303
Dios Padre
Los hijos... ¡Cómo procuran comportarse dignamente cuando están delante de sus padres!
Y los hijos de Reyes, delante de su padre el Rey, ¡cómo procuran guardar la dignidad de la realeza!
Y tú... ¿no sabes que estás siempre delante del Gran Rey, tu Padre-Dios?
Camino, 265
Jesucristo
Jesús es el Camino, el Mediador; en El, todo; fuera de El, nada. En Cristo, enseñados por El, nos atrevemos a llamar Padre Nuestro al Todopoderoso: el que hizo el cielo y la tierra es ese Padre entrañable que espera que volvamos a el continuamente, cada uno como un nuevo y constante hijo pródigo.
Es Cristo que pasa, 91
El Espíritu Santo
Frecuenta el trato del Espíritu Santo —el Gran Desconocido— que es quien te ha de santificar.
No olvides que eres templo de Dios. —El Paráclito está en el centro de tu alma: óyele y atiende dócilmente sus inspiraciones.
Camino, 57
No te limites a hablar al Paráclito, ¡óyele!
En tu oración, considera que la vida de infancia, al hacerte descubrir con hondura que eres hijo de Dios, te llenó de amor filial al Padre; piensa que, antes, has ido por María a Jesús, a quien adoras como amigo, como hermano, como amante suyo que eres...
Después, al recibir este consejo, has comprendido que, hasta ahora, sabías que el Espíritu Santo habitaba en tu alma, para santificarla..., pero no habías "comprendido" esa verdad de su presencia. Ha sido precisa esa sugerencia: ahora sientes el Amor dentro de ti; y quieres tratarle, ser su amigo, su confidente..., facilitarle el trabajo de pulir, de arrancar, de encender...
¡No sabré hacerlo!, pensabas. —Óyele, te insisto. El te dará fuerzas, El lo hará todo, si tú quieres..., ¡que sí quieres!
—Rézale: Divino Huésped, Maestro, Luz, Guía, Amor: que sepa agasajarte, y escuchar tus lecciones, y encenderme, y seguirte y amarte.
Forja, 430
Nuestra Señora
Trata a las tres Personas, a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Y para llegar a la Trinidad Beatísima, pasa por María.
Forja, 543
¡Cómo gusta a los hombres que les recuerden su parentesco con personajes de la literatura, de la política, de la milicia, de la Iglesia!...
—Canta ante la Virgen Inmaculada, recordándole:
Dios te salve, María, hija de Dios Padre: Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo: Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo... ¡Más que tú, sólo Dios!
Camino, 496
Juan García Inza
Podemos contemplar a la santísima Trinidad desde la Teología Dogmática. Hay grandes tratados sobre Ella. Pero para una homilía resultaría un tanto árida y difícil de abarcar en pocos minutos. Es más práctico acercarnos a Dios Uno y Trino desde la Teología espiritual, y ver el modo de tratar a Dios con amor. Uno de los Santos que mejor enseñó a relacionarnos con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo fue San Josemaría Escrivá. De sus abundantes escritos ofrecemos algunas de sus consideraciones: Aprende a alabar al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Aprende a tener una especial devoción a la Santísima Trinidad: creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios Espíritu Santo; espero en Dios Padre, espero en Dios Hijo, espero en Dios Espíritu Santo; amo a Dios Padre, amo a Dios Hijo, amo a Dios Espíritu Santo. Creo, espero y amo a la Trinidad Beatísima.
—Hace falta esta devoción como un ejercicio sobrenatural del alma, que se traduce en actos del corazón, aunque no siempre se vierta en palabras.
Forja, 296
Dios está contigo. En tu alma en gracia habita la Trinidad Beatísima.
—Por eso, tú, a pesar de tus miserias, puedes y debes estar en continua conversación con el Señor.
Forja, 261
Tratar a cada una de las Personas divinas.
Habíamos empezado con plegarias vocales, sencillas, encantadoras, que aprendimos en nuestra niñez, y que no nos gustaría abandonar nunca. La oración, que comenzó con esa ingenuidad pueril, se desarrolla ahora en cauce ancho, manso y seguro, porque sigue el paso de la amistad con Aquel que afirmó: Yo soy el camino. Si amamos a Cristo así, si con divino atrevimiento nos refugiamos en la abertura que la lanza dejó en su Costado, se cumplirá la promesa del Maestro: cualquiera que me ama, observará mi doctrina, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos mansión dentro de él.
El corazón necesita, entonces, distinguir y adorar a cada una de las Personas divinas. De algún modo, es un descubrimiento, el que realiza el alma en la vida sobrenatural, como los de una criaturica que va abriendo los ojos a la existencia. Y se entretiene amorosamente con el Padre y con el Hijo y con el Espíritu Santo; y se somete fácilmente a la actividad del Paráclito vivificador, que se nos entrega sin merecerlo: ¡los dones y las virtudes sobrenaturales!
Amigos de Dios, 303
Dios Padre
Los hijos... ¡Cómo procuran comportarse dignamente cuando están delante de sus padres!
Y los hijos de Reyes, delante de su padre el Rey, ¡cómo procuran guardar la dignidad de la realeza!
Y tú... ¿no sabes que estás siempre delante del Gran Rey, tu Padre-Dios?
Camino, 265
Jesucristo
Jesús es el Camino, el Mediador; en El, todo; fuera de El, nada. En Cristo, enseñados por El, nos atrevemos a llamar Padre Nuestro al Todopoderoso: el que hizo el cielo y la tierra es ese Padre entrañable que espera que volvamos a el continuamente, cada uno como un nuevo y constante hijo pródigo.
Es Cristo que pasa, 91
El Espíritu Santo
Frecuenta el trato del Espíritu Santo —el Gran Desconocido— que es quien te ha de santificar.
No olvides que eres templo de Dios. —El Paráclito está en el centro de tu alma: óyele y atiende dócilmente sus inspiraciones.
Camino, 57
No te limites a hablar al Paráclito, ¡óyele!
En tu oración, considera que la vida de infancia, al hacerte descubrir con hondura que eres hijo de Dios, te llenó de amor filial al Padre; piensa que, antes, has ido por María a Jesús, a quien adoras como amigo, como hermano, como amante suyo que eres...
Después, al recibir este consejo, has comprendido que, hasta ahora, sabías que el Espíritu Santo habitaba en tu alma, para santificarla..., pero no habías "comprendido" esa verdad de su presencia. Ha sido precisa esa sugerencia: ahora sientes el Amor dentro de ti; y quieres tratarle, ser su amigo, su confidente..., facilitarle el trabajo de pulir, de arrancar, de encender...
¡No sabré hacerlo!, pensabas. —Óyele, te insisto. El te dará fuerzas, El lo hará todo, si tú quieres..., ¡que sí quieres!
—Rézale: Divino Huésped, Maestro, Luz, Guía, Amor: que sepa agasajarte, y escuchar tus lecciones, y encenderme, y seguirte y amarte.
Forja, 430
Nuestra Señora
Trata a las tres Personas, a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo. Y para llegar a la Trinidad Beatísima, pasa por María.
Forja, 543
¡Cómo gusta a los hombres que les recuerden su parentesco con personajes de la literatura, de la política, de la milicia, de la Iglesia!...
—Canta ante la Virgen Inmaculada, recordándole:
Dios te salve, María, hija de Dios Padre: Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo: Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu Santo... ¡Más que tú, sólo Dios!
Camino, 496
Juan García Inza
sábado, 4 de junio de 2011
FIESTA DE LA ASCENSIÓN
Vosotros sois testigos de esto
.
Celebramos la Ascensión del Señor, domingo anterior a la fiesta de Pentecostés, son acontecimientos muy importantes, que la Iglesia los celebra con solemnidad. Estos dos momentos históricos del cristianismo nos hablan de nuestro destino final: ir al Padre como Jesús, y de la fundación y misión de nuestra Iglesia Católica.
Los evangelistas describen al final de los evangelios y al principio del libro de los Hechos de los Apóstoles, que Jesús "fue elevado al cielo", por lo que los cristianos repetimos en nuestro Credo:
"Subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre". Esta afirmación es un modo de hablar para decir que Jesús se fue al Padre, llevando consigo su naturaleza humana. La ida de Jesús al Padre constituyó nuestro cielo.
Jesús, al ir al Padre, no entra en un lugar, sino en una nueva dimensión, en donde no tienen sentido nuestras expresiones: arriba, abajo, subir, bajar… Ir al cielo significa, ir a Dios. En el cielo, iremos a unirnos al cuerpo de Cristo resucitado todos los que aceptamos su salvación.
Según la narración de San Lucas, la Iglesia celebra la Ascensión del Señor a los cuarenta días de su resurrección. Esta fiesta está dentro del tiempo pascual que consta de cincuenta días y concluye con la Venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia. (Cf. Lc 24, 49-53; Hch 1, 3-11; 2, 1-41) La fiesta de la Ascensión no nos habla de un alejamiento de Cristo, sino de su glorificación en el Padre. Su cuerpo humano adquiere la gloria y las propiedades de Dios antes de encarnarse. Con la Ascensión, Cristo se ha acercado más a nosotros, con la misma cercanía de Dios. Es también una fiesta de esperanza, pues con Cristo una parte de nuestra humanidad, está con Dios. Con él, todos nosotros hemos subido al Padre en la esperanza y en la promesa. En la Ascensión celebramos la subida de Cristo al Padre y nuestra futura ascensión con él. Al celebrar el misterio de la Ascensión del Señor, recuerda que EL CIELO ES NUESTRA META y que la vida terrena es el camino para conseguirla.
El cielo es el abrazo de Dios, como al hijo pródigo su padre al volver a casa. Cuentan que un matrimonio que no creía en Dios tenía una hija que tampoco la educaron en cristiano. Los padres discutían con frecuencia. Cuando la niña tenía cinco años presenció la muerte de sus padres en un accidente de coche, del cual ella se salvó. Fue adoptada por una familia cristiana, que al comenzar el curso la llevó a un colegio de religiosas. Estos padres adoptivos le encargaron a una de las monjas que le enseñara quien era Dios, porque la niña no lo sabía. Al comenzar la primera clase de religión, la profesora enseñó a todas las niñas un cuadro de Jesús y preguntó: “¿Sabéis alguien quien es?”-La niña contestó rápidamente: “Ese es el señor que me abrazaba el día que mis padres murieron de accidente”.
Esta niña ya estaba gozando del cielo, a pesar del sufrimiento, porque el Señor la abrazó. La eternidad junto a Dios es gozar de ese abrazo interminable de quien nos ama más que nadie.
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Celebramos la Ascensión del Señor, domingo anterior a la fiesta de Pentecostés, son acontecimientos muy importantes, que la Iglesia los celebra con solemnidad. Estos dos momentos históricos del cristianismo nos hablan de nuestro destino final: ir al Padre como Jesús, y de la fundación y misión de nuestra Iglesia Católica.
Los evangelistas describen al final de los evangelios y al principio del libro de los Hechos de los Apóstoles, que Jesús "fue elevado al cielo", por lo que los cristianos repetimos en nuestro Credo:
"Subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre". Esta afirmación es un modo de hablar para decir que Jesús se fue al Padre, llevando consigo su naturaleza humana. La ida de Jesús al Padre constituyó nuestro cielo.
Jesús, al ir al Padre, no entra en un lugar, sino en una nueva dimensión, en donde no tienen sentido nuestras expresiones: arriba, abajo, subir, bajar… Ir al cielo significa, ir a Dios. En el cielo, iremos a unirnos al cuerpo de Cristo resucitado todos los que aceptamos su salvación.
Según la narración de San Lucas, la Iglesia celebra la Ascensión del Señor a los cuarenta días de su resurrección. Esta fiesta está dentro del tiempo pascual que consta de cincuenta días y concluye con la Venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia. (Cf. Lc 24, 49-53; Hch 1, 3-11; 2, 1-41) La fiesta de la Ascensión no nos habla de un alejamiento de Cristo, sino de su glorificación en el Padre. Su cuerpo humano adquiere la gloria y las propiedades de Dios antes de encarnarse. Con la Ascensión, Cristo se ha acercado más a nosotros, con la misma cercanía de Dios. Es también una fiesta de esperanza, pues con Cristo una parte de nuestra humanidad, está con Dios. Con él, todos nosotros hemos subido al Padre en la esperanza y en la promesa. En la Ascensión celebramos la subida de Cristo al Padre y nuestra futura ascensión con él. Al celebrar el misterio de la Ascensión del Señor, recuerda que EL CIELO ES NUESTRA META y que la vida terrena es el camino para conseguirla.
El cielo es el abrazo de Dios, como al hijo pródigo su padre al volver a casa. Cuentan que un matrimonio que no creía en Dios tenía una hija que tampoco la educaron en cristiano. Los padres discutían con frecuencia. Cuando la niña tenía cinco años presenció la muerte de sus padres en un accidente de coche, del cual ella se salvó. Fue adoptada por una familia cristiana, que al comenzar el curso la llevó a un colegio de religiosas. Estos padres adoptivos le encargaron a una de las monjas que le enseñara quien era Dios, porque la niña no lo sabía. Al comenzar la primera clase de religión, la profesora enseñó a todas las niñas un cuadro de Jesús y preguntó: “¿Sabéis alguien quien es?”-La niña contestó rápidamente: “Ese es el señor que me abrazaba el día que mis padres murieron de accidente”.
Esta niña ya estaba gozando del cielo, a pesar del sufrimiento, porque el Señor la abrazó. La eternidad junto a Dios es gozar de ese abrazo interminable de quien nos ama más que nadie.
¿Qué significa la virginidad de María?
Nos planteamos hoy el tema de la Virginidad de María. Algunos no lo entienden bien. Hay quienes la niegan. Para nosotros es una Verdad revelada de gran importancia. Podemos lee y escuchar las explicaciones que sobre el tema nos da el Profesor Gonzalo Aranda
Que María concibió a Jesús sin intervención de varón se afirma claramente en los dos primeros capítulos de los evangelios de San Mateo y de San Lucas: “lo concebido en ella viene del Espíritu santo”, dice el ángel a San José (Mt 1,20); y a María que pregunta “¿Cómo será eso pues no conozco varón?” el ángel le responde: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra...” (Lc 1,34-35). Por otra parte, el hecho de que Jesús desde la Cruz encomendase su Madre a San Juan supone que la Virgen no tenía otros hijos. Que en los evangelios se mencionen a veces los “hermanos de Jesús” puede explicarse desde el uso del término “hermanos” en hebreo en el sentido de parientes próximos (Gen 13,8; etc), o pensando que San José tenía hijos de un matrimonio anterior, o tomando el término en sentido de miembro del grupo de creyentes tal como se usa en el Nuevo Testamento (Hch 1,15). La iglesia siempre ha creído en la virginidad de María y la ha llamado “la siempre virgen” (Lumen Gentium 52), es decir, antes, en y después del parto como confiesa una fórmula tradicional.
La concepción virginal de Jesús hay que entenderla como una obra del poder de Dios –“para él nada hay imposible” (Lc 1,37)- que escapa toda comprensión y toda posibilidad humanas. Nada tiene que ver con las representaciones mitológicas paganas en las que un dios se une a una mujer haciendo las veces del varón. En la concepción virginal de Jesús se trata de una obra divina en el seno de María similar a la creación. Esto es imposible de aceptar para el no creyente, como lo era para los judíos y los paganos entre los que se que se inventaron burdas historias acerca de la concepción de Jesús, como la que la atribuye a un soldado romano llamado Pantheras. En realidad, ese personaje es una ficción literaria sobre la que se inventa una leyenda para hacer burlas a los cristianos. Desde un punto de vista de la ciencia histórica y filológica, el nombre Pantheras (o Pandera) es una parodia corrupta de la palabra parthénos (en griego: virgen). Aquellas gentes, que utilizaban en gran parte del imperio romano de oriente el griego como lengua de comunicación, oían hablar a los cristianos de Jesús como del Hijo de la Virgen (huiós parthénou), y cuando querían burlarse de ellos lo llamaba «el hijo de Pantheras». Tales historias en definitiva sólo testimonian que la Iglesia sostenía la virginidad de María, aunque pareciera imposible.
La concepción virginal de Jesús es un signo de que Jesús es verdaderamente Hijo de Dios por naturaleza -de ahí que no tenga un padre humano-, al mismo tiempo que es verdadero hombre nacido de mujer (Gal 4,4). En los pasajes evangélicos se muestra la absoluta iniciativa de Dios en la historia humana para el advenimiento de la salvación, y que ésta se inserta en la historia misma, como muestran las genealogías de Jesús.
A Jesús, concebido por el Espíritu Santo y sin concurso de varón, se le puede comprender mejor como el nuevo Adán que inaugura una nueva creación a la que pertenece el hombre nuevo redimido por él (1 Cor 15,47; Jn 3,34).
La virginidad de María es además signo de su fe sin sombra de duda y de su entrega plena a la voluntad de Dios. Incluso se ha dicho que por esa fe María concibe a Cristo antes en su mente que en su vientre, y que “es más bienaventurada al recibir a Cristo por la fe que al concebir en su seno la carne de Cristo” (S. Agustín). Siendo virgen y madre María es también figura de la Iglesia y su más perfecta realización.
Que María concibió a Jesús sin intervención de varón se afirma claramente en los dos primeros capítulos de los evangelios de San Mateo y de San Lucas: “lo concebido en ella viene del Espíritu santo”, dice el ángel a San José (Mt 1,20); y a María que pregunta “¿Cómo será eso pues no conozco varón?” el ángel le responde: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra...” (Lc 1,34-35). Por otra parte, el hecho de que Jesús desde la Cruz encomendase su Madre a San Juan supone que la Virgen no tenía otros hijos. Que en los evangelios se mencionen a veces los “hermanos de Jesús” puede explicarse desde el uso del término “hermanos” en hebreo en el sentido de parientes próximos (Gen 13,8; etc), o pensando que San José tenía hijos de un matrimonio anterior, o tomando el término en sentido de miembro del grupo de creyentes tal como se usa en el Nuevo Testamento (Hch 1,15). La iglesia siempre ha creído en la virginidad de María y la ha llamado “la siempre virgen” (Lumen Gentium 52), es decir, antes, en y después del parto como confiesa una fórmula tradicional.
La concepción virginal de Jesús hay que entenderla como una obra del poder de Dios –“para él nada hay imposible” (Lc 1,37)- que escapa toda comprensión y toda posibilidad humanas. Nada tiene que ver con las representaciones mitológicas paganas en las que un dios se une a una mujer haciendo las veces del varón. En la concepción virginal de Jesús se trata de una obra divina en el seno de María similar a la creación. Esto es imposible de aceptar para el no creyente, como lo era para los judíos y los paganos entre los que se que se inventaron burdas historias acerca de la concepción de Jesús, como la que la atribuye a un soldado romano llamado Pantheras. En realidad, ese personaje es una ficción literaria sobre la que se inventa una leyenda para hacer burlas a los cristianos. Desde un punto de vista de la ciencia histórica y filológica, el nombre Pantheras (o Pandera) es una parodia corrupta de la palabra parthénos (en griego: virgen). Aquellas gentes, que utilizaban en gran parte del imperio romano de oriente el griego como lengua de comunicación, oían hablar a los cristianos de Jesús como del Hijo de la Virgen (huiós parthénou), y cuando querían burlarse de ellos lo llamaba «el hijo de Pantheras». Tales historias en definitiva sólo testimonian que la Iglesia sostenía la virginidad de María, aunque pareciera imposible.
La concepción virginal de Jesús es un signo de que Jesús es verdaderamente Hijo de Dios por naturaleza -de ahí que no tenga un padre humano-, al mismo tiempo que es verdadero hombre nacido de mujer (Gal 4,4). En los pasajes evangélicos se muestra la absoluta iniciativa de Dios en la historia humana para el advenimiento de la salvación, y que ésta se inserta en la historia misma, como muestran las genealogías de Jesús.
A Jesús, concebido por el Espíritu Santo y sin concurso de varón, se le puede comprender mejor como el nuevo Adán que inaugura una nueva creación a la que pertenece el hombre nuevo redimido por él (1 Cor 15,47; Jn 3,34).
La virginidad de María es además signo de su fe sin sombra de duda y de su entrega plena a la voluntad de Dios. Incluso se ha dicho que por esa fe María concibe a Cristo antes en su mente que en su vientre, y que “es más bienaventurada al recibir a Cristo por la fe que al concebir en su seno la carne de Cristo” (S. Agustín). Siendo virgen y madre María es también figura de la Iglesia y su más perfecta realización.
jueves, 2 de junio de 2011
¿Qué hay de la estrella de los magos?
Hoy nos planteamos algo tan insólito como es la veracidad de la estrella de los Magos. Racionalmente podemos argumentar de mil maneras para ver en este fenómeno que nos cuenta el Evangelio un fenómeno natural y casual. Si prescindimos de lo sobrenatural todo nos puede parecer una fábula, un cuento de niños, la estrella y muchas cosas más.
El teólogo Vicente Balaguer nos ofrece esta explicación que facilitamos a nuestros lectores. La estrella de oriente que dirige a los magos a Belén no es un dogma de fe, pero está en el Evangelio y en la tradición constante de la Iglesia. Dejemos hablar al experto:
La estrella de Oriente se menciona en el evangelio de San Mateo. Unos magos preguntan en Jerusalén: “Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle” (Mt 2,2).
Los dos capítulos iniciales de los evangelios de San Mateo y San Lucas narran algunas escenas de la infancia de Jesús, por lo que se suelen denominar “evangelios de la infancia”. La estrella aparece en el “evangelio de la infancia” de San Mateo. Los evangelios de la infancia tienen un carácter ligeramente distinto al resto del evangelio. Por eso están llenos de evocaciones a textos del Antiguo Testamento que hacen los gestos enormemente significativos. En este sentido, su historicidad no se puede examinar de la misma manera que la del resto de los episodios evangélicos. Dentro de los evangelios de la infancia, hay diferencias: el de San Lucas es el primer capítulo del evangelio, pero en San Mateo es como un resumen de los contenidos del texto entero. El pasaje de los Magos (Mt 2,1-12) muestra que unos gentiles, que no pertenecen al pueblo de Israel: descubren la revelación de Dios a través de su estudio y sus conocimientos humanos (las estrellas), pero no llegan a la plenitud de la verdad más que a través de las Escrituras de Israel.
En tiempos de la composición del evangelio era relativamente normal la creencia de que el nacimiento de alguien importante o algún acontecimiento relevante se anunciaba con un prodigio en el firmamento. De esa creencia participaban el mundo pagano (cfr Suetonio, Vida de los Césares, Augusto, 94; Cicerón, De Divinatione 1,23,47; etc.) y el judío (Flavio Josefo, La Guerra de los Judíos, 5,3,310-312; 6,3,289). Además, el libro de los Números (caps. 22-24) recogía un oráculo en el que se decía: “De Jacob viene una estrella, en Israel se ha levantado un cetro” (Nm 24,17). Este pasaje se interpretaba como un oráculo de salvación, sobre el Mesías. En estas condiciones, ofrecen el contexto adecuado para entender el signo de la estrella.
La exégesis moderna se ha preguntado qué fenómeno natural pudo ocurrir en el firmamento que fuera interpretado por los hombres de aquel tiempo como extraordinario. Las hipótesis que se han dado son sobre todo tres: 1) ya Kepler (s. XVII) habló de una estrella nueva, una supernova: se trata de una estrella muy distante en la que tiene lugar una explosión de modo que, durante unas semanas, tiene más luz y es perceptible desde la tierra; 2) un cometa, pues los cometas siguen un recorrido regular, pero elíptico, alrededor del sol: en la parte más distante de su órbita no son perceptibles desde la tierra, pero si están cercanos pueden verse durante un tiempo. También esta descripción coincide con lo que se señala en el relato de Mateo, pero la aparición de los cometas conocidos que se ven desde la tierra no encaja en las fechas con la estrella; 3) Una conjunción planetaria de Júpiter y Saturno. También Kepler llamó la atención sobre este fenómeno periódico, que, si no estamos equivocados en los cálculos, pudo muy bien darse en los años 6/7 antes de nuestra era, es decir, en los que la investigación muestra que nació Jesús.
Bibliografía: A. Puig, Jesús. Una biografía, Destino, Barcelona 2005; S. Muñoz Iglesias, Los evangelios de la infancia. IV, BAC, Madrid 1990; J. Danielou, Los evangelios de la infancia, Herder, Barcelona 1969
Vídeo con el contenido del post:
http://www.youtube.com/watch?v=UKJltoIWU18
El teólogo Vicente Balaguer nos ofrece esta explicación que facilitamos a nuestros lectores. La estrella de oriente que dirige a los magos a Belén no es un dogma de fe, pero está en el Evangelio y en la tradición constante de la Iglesia. Dejemos hablar al experto:
La estrella de Oriente se menciona en el evangelio de San Mateo. Unos magos preguntan en Jerusalén: “Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle” (Mt 2,2).
Los dos capítulos iniciales de los evangelios de San Mateo y San Lucas narran algunas escenas de la infancia de Jesús, por lo que se suelen denominar “evangelios de la infancia”. La estrella aparece en el “evangelio de la infancia” de San Mateo. Los evangelios de la infancia tienen un carácter ligeramente distinto al resto del evangelio. Por eso están llenos de evocaciones a textos del Antiguo Testamento que hacen los gestos enormemente significativos. En este sentido, su historicidad no se puede examinar de la misma manera que la del resto de los episodios evangélicos. Dentro de los evangelios de la infancia, hay diferencias: el de San Lucas es el primer capítulo del evangelio, pero en San Mateo es como un resumen de los contenidos del texto entero. El pasaje de los Magos (Mt 2,1-12) muestra que unos gentiles, que no pertenecen al pueblo de Israel: descubren la revelación de Dios a través de su estudio y sus conocimientos humanos (las estrellas), pero no llegan a la plenitud de la verdad más que a través de las Escrituras de Israel.
En tiempos de la composición del evangelio era relativamente normal la creencia de que el nacimiento de alguien importante o algún acontecimiento relevante se anunciaba con un prodigio en el firmamento. De esa creencia participaban el mundo pagano (cfr Suetonio, Vida de los Césares, Augusto, 94; Cicerón, De Divinatione 1,23,47; etc.) y el judío (Flavio Josefo, La Guerra de los Judíos, 5,3,310-312; 6,3,289). Además, el libro de los Números (caps. 22-24) recogía un oráculo en el que se decía: “De Jacob viene una estrella, en Israel se ha levantado un cetro” (Nm 24,17). Este pasaje se interpretaba como un oráculo de salvación, sobre el Mesías. En estas condiciones, ofrecen el contexto adecuado para entender el signo de la estrella.
La exégesis moderna se ha preguntado qué fenómeno natural pudo ocurrir en el firmamento que fuera interpretado por los hombres de aquel tiempo como extraordinario. Las hipótesis que se han dado son sobre todo tres: 1) ya Kepler (s. XVII) habló de una estrella nueva, una supernova: se trata de una estrella muy distante en la que tiene lugar una explosión de modo que, durante unas semanas, tiene más luz y es perceptible desde la tierra; 2) un cometa, pues los cometas siguen un recorrido regular, pero elíptico, alrededor del sol: en la parte más distante de su órbita no son perceptibles desde la tierra, pero si están cercanos pueden verse durante un tiempo. También esta descripción coincide con lo que se señala en el relato de Mateo, pero la aparición de los cometas conocidos que se ven desde la tierra no encaja en las fechas con la estrella; 3) Una conjunción planetaria de Júpiter y Saturno. También Kepler llamó la atención sobre este fenómeno periódico, que, si no estamos equivocados en los cálculos, pudo muy bien darse en los años 6/7 antes de nuestra era, es decir, en los que la investigación muestra que nació Jesús.
Bibliografía: A. Puig, Jesús. Una biografía, Destino, Barcelona 2005; S. Muñoz Iglesias, Los evangelios de la infancia. IV, BAC, Madrid 1990; J. Danielou, Los evangelios de la infancia, Herder, Barcelona 1969
Vídeo con el contenido del post:
http://www.youtube.com/watch?v=UKJltoIWU18
miércoles, 1 de junio de 2011
¿Que sabemos realmente de Jesús?
Igual que el mes de mayo la Iglesia lo ha dedicado siempre a la Virgen María, el mes de junio lo dedica a contemplar a Jesucristo, que nos ofrece su corazón herido, y amor divino. Siempre hay temas de actualidad para comentarlos en estos medios, pero nada más importante que Cristo en una página que pretende informar y dar criterio cristiano.
Vamos a plantearnos una serie de preguntas importantes que irán siendo contestadas por expertos teólogos. Naturalmente no puede convertirse el post en una extensa lección de cristología, pero algo nos ayudará a conocer mejor y amar más a Jesucristo.
¿Qué sabemos realmente de Jesús?
Contesta Juan Chapa
De Jesús de Nazaret tenemos más y mejor información que de la mayoría de los personajes de su tiempo. Disponemos de todo lo que los testigos de su vida y de su muerte nos han transmitido: tradiciones orales y escritas sobre su persona, entre las que destacan los cuatro evangelios, que han sido transmitidas en la realidad de la comunidad de fe viva que él estableció y que continúa hasta hoy. Esta comunidad es la Iglesia, compuesta por millones de seguidores de Jesús a lo largo de la historia, que le han conocido por los datos que ininterrumpidamente les trasmitieron los primeros discípulos. Los datos que hay en los evangelios apócrifos y otras referencias extrabíblicas no aportan nada sustancial a la información que nos ofrecen los evangelios canónicos, tal como han sido trasmitidos por la Iglesia.
Hasta la Ilustración, creyentes y no creyentes estaban persuadidos de que lo que podíamos conocer sobre Jesús se contenía en los evangelios. Sin embargo, por ser relatos escritos desde la fe, algunos historiadores del siglo XIX cuestionaron la objetividad de sus contenidos. Para estos estudiosos, los relatos evangélicos eran poco creíbles porque no contenían lo que Jesús hizo y dijo, sino lo que creían los seguidores de Jesús unos años después de su muerte. Como consecuencia, durante las décadas siguientes y hasta mediados del siglo XX se cuestionó la veracidad de los evangelios y se llegó a afirmar que de Jesús “no podemos saber casi nada” (Bultmann).
Hoy en día, con el desarrollo de la ciencia histórica, los avances arqueológicos, y nuestro mayor y mejor conocimiento de las fuentes antiguas, se puede afirmar con palabras de un conocido especialista del mundo judío del siglo I d.C. —a quien no se puede tachar precisamente de conservador— que “podemos saber mucho de Jesús” (Sanders). Por ejemplo, este mismo autor señala “ocho hechos incuestionables”, desde el punto de vista histórico, sobre la vida de Jesús y los orígenes cristianos: 1) Jesús fue bautizado por Juan Bautista; 2) era un Galileo que predicó y realizó curaciones; 3) llamó a discípulos y habló de que eran doce; 4) limitó su actividad a Israel; 5) mantuvo una controversia sobre el papel del templo; 6) fue crucificado fuera de Jerusalén por las autoridades romanas; 7) tras la muerte de Jesús, sus seguidores continuaron formando un movimiento identificable; 8) al menos algunos judíos persiguieron a ciertos grupos del nuevo movimiento (Ga 1,13.22; Flp 3,6) y, al parecer, esta persecución duró como mínimo hasta un tiempo cercano al final del ministerio de Pablo (2 Co 11,24; Ga 5,11; 6,12; cf. Mt 23,34; 10,17).
Sobre esta base mínima en la que los historiadores están de acuerdo se pueden determinar como fidedignos desde el punto de vista histórico los otros datos contenidos en los evangelios. La aplicación de los criterios de historicidad sobre estos datos permite establecer el grado de coherencia y probabilidad de las afirmaciones evangélicas, y que lo que se contiene en esos relatos es sustancialmente cierto.
Por último, conviene recordar que lo que sabemos de Jesús es fiable y creíble porque los testigos son dignos de credibilidad y porque la tradición es crítica consigo misma. Además, lo que la tradición nos trasmite resiste el análisis de la crítica histórica. Es cierto que de las muchas cosas que se nos han trasmitido sólo algunas pueden ser demostrables por los métodos empleados por los historiadores. Sin embargo, esto no significa que las no demostrables por estos métodos no sucedieran, sino que sólo podemos aportar datos sobre su mayor o menor probabilidad. Y no olvidemos, por otra parte, que la probabilidad no es determinante. Hay sucesos muy poco probables que han sucedido históricamente. Lo que sin duda es verdad es que los datos evangélicos son razonables y coherentes con los datos demostrables. En cualquier caso, es la tradición de la Iglesia, en la que estos escritos nacieron, la que nos da garantías de su fiabilidad y la que nos dice cómo interpretarlos.
Esta misma doctrina la expone el autor en el siguiente vídeo que recomendamos ver su escuchar por su claridad:
Vamos a plantearnos una serie de preguntas importantes que irán siendo contestadas por expertos teólogos. Naturalmente no puede convertirse el post en una extensa lección de cristología, pero algo nos ayudará a conocer mejor y amar más a Jesucristo.
¿Qué sabemos realmente de Jesús?
Contesta Juan Chapa
De Jesús de Nazaret tenemos más y mejor información que de la mayoría de los personajes de su tiempo. Disponemos de todo lo que los testigos de su vida y de su muerte nos han transmitido: tradiciones orales y escritas sobre su persona, entre las que destacan los cuatro evangelios, que han sido transmitidas en la realidad de la comunidad de fe viva que él estableció y que continúa hasta hoy. Esta comunidad es la Iglesia, compuesta por millones de seguidores de Jesús a lo largo de la historia, que le han conocido por los datos que ininterrumpidamente les trasmitieron los primeros discípulos. Los datos que hay en los evangelios apócrifos y otras referencias extrabíblicas no aportan nada sustancial a la información que nos ofrecen los evangelios canónicos, tal como han sido trasmitidos por la Iglesia.
Hasta la Ilustración, creyentes y no creyentes estaban persuadidos de que lo que podíamos conocer sobre Jesús se contenía en los evangelios. Sin embargo, por ser relatos escritos desde la fe, algunos historiadores del siglo XIX cuestionaron la objetividad de sus contenidos. Para estos estudiosos, los relatos evangélicos eran poco creíbles porque no contenían lo que Jesús hizo y dijo, sino lo que creían los seguidores de Jesús unos años después de su muerte. Como consecuencia, durante las décadas siguientes y hasta mediados del siglo XX se cuestionó la veracidad de los evangelios y se llegó a afirmar que de Jesús “no podemos saber casi nada” (Bultmann).
Hoy en día, con el desarrollo de la ciencia histórica, los avances arqueológicos, y nuestro mayor y mejor conocimiento de las fuentes antiguas, se puede afirmar con palabras de un conocido especialista del mundo judío del siglo I d.C. —a quien no se puede tachar precisamente de conservador— que “podemos saber mucho de Jesús” (Sanders). Por ejemplo, este mismo autor señala “ocho hechos incuestionables”, desde el punto de vista histórico, sobre la vida de Jesús y los orígenes cristianos: 1) Jesús fue bautizado por Juan Bautista; 2) era un Galileo que predicó y realizó curaciones; 3) llamó a discípulos y habló de que eran doce; 4) limitó su actividad a Israel; 5) mantuvo una controversia sobre el papel del templo; 6) fue crucificado fuera de Jerusalén por las autoridades romanas; 7) tras la muerte de Jesús, sus seguidores continuaron formando un movimiento identificable; 8) al menos algunos judíos persiguieron a ciertos grupos del nuevo movimiento (Ga 1,13.22; Flp 3,6) y, al parecer, esta persecución duró como mínimo hasta un tiempo cercano al final del ministerio de Pablo (2 Co 11,24; Ga 5,11; 6,12; cf. Mt 23,34; 10,17).
Sobre esta base mínima en la que los historiadores están de acuerdo se pueden determinar como fidedignos desde el punto de vista histórico los otros datos contenidos en los evangelios. La aplicación de los criterios de historicidad sobre estos datos permite establecer el grado de coherencia y probabilidad de las afirmaciones evangélicas, y que lo que se contiene en esos relatos es sustancialmente cierto.
Por último, conviene recordar que lo que sabemos de Jesús es fiable y creíble porque los testigos son dignos de credibilidad y porque la tradición es crítica consigo misma. Además, lo que la tradición nos trasmite resiste el análisis de la crítica histórica. Es cierto que de las muchas cosas que se nos han trasmitido sólo algunas pueden ser demostrables por los métodos empleados por los historiadores. Sin embargo, esto no significa que las no demostrables por estos métodos no sucedieran, sino que sólo podemos aportar datos sobre su mayor o menor probabilidad. Y no olvidemos, por otra parte, que la probabilidad no es determinante. Hay sucesos muy poco probables que han sucedido históricamente. Lo que sin duda es verdad es que los datos evangélicos son razonables y coherentes con los datos demostrables. En cualquier caso, es la tradición de la Iglesia, en la que estos escritos nacieron, la que nos da garantías de su fiabilidad y la que nos dice cómo interpretarlos.
Esta misma doctrina la expone el autor en el siguiente vídeo que recomendamos ver su escuchar por su claridad:
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