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sábado, 30 de enero de 2010

Domingo 4º del Tiempo Ordinario (C)




La virtud teologal de la Caridad


De acuerdo con el catecismo de la Iglesia católica (1822), "la caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por El mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios".

Menciona San Agustín que la culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin, y para conseguirlo corremos hacia él; una vez llegados, en él reposamos (S. Agustín).

La caridad se hace humana cuando Jesús da su mandamiento nuevo a los apóstoles y discípulos: Amaos unos a otros cómo yo os he amado (Jn 15, 12).

Toma en cuenta para llevar a cabo la acción de ese amor, el guardar los mandamientos de la ley de Dios, o 10 mandamientos.

Dios se coloca como único y perfecto ejemplo de amor, que salva a los que todavía no creen en él, que muere por quienes son todavía sus enemigos.

San Pablo habla del amor de Dios y nos deja ver cómo es la caridad, "La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta" (1 Co 13, 4-8). Y termina, "la caridad no dejará de existir".

Este himno a la caridad que nos ofrece San Pablo supone para nosotros una buena ocasión para examinar nuestro amor. Hablamos mucho del amor, pero amamos poco. La caridad está en la esencia del mensaje cristiano. Somos hijos del amor de Dios, y hemos sido creados para amar. Y tanto nos amó Dios que dio a su Hijo por nosotros. Toda la vida de Cristo es una demostración de lo mucho que nos quiera. La celebración de la Eucaristía, es la celebración del amor de Dios. La Eucaristía es el sacramento del amor, porque el amor es darse, y a través de este gesto misterioso el señor se nos da cada día. Mientras no descubramos este amor, no comprenderemos la santa Misa. Y sería buena señal si salimos de ella con ganar de querer más a Dios y a los demás.

La caridad es la virtud teologal más importante, y es superior a cualquier otra virtud.

Para San Basilio, la condición de hijos del Padre era adquirida cuando era entendida como la búsqueda del bien: "O nos apartamos del mal por temor del castigo y estamos en la disposición del esclavo, o buscamos el incentivo de la recompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente obedecemos por el bien mismo del amor del que manda... y entonces estamos en la disposición de hijos" (S. Basilio).

Que podamos decir como Jesucristo: “Hoy esta escritura se ha cumplido en mí”. Hoy estoy dispuesto a mar a Dios y al prójimo con todo el corazón.



Juan García Inza

juan.garciainza@gmail.com

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