HOJA PARROQUIA DE LOS RECTORES
Segundo Domingo de Cuaresma
Escritura:
Génesis 12, 1-4; 2 Timoteo 1, 8-10; Mateo 17, 1-9
EVANGELIO
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña más alta. Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro entonces tomó la palabra y dijo a Jesús: -Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una par ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: -Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle.
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y tocándolos les dijo: -Levantaos, no temáis.
Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cunado bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
-No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.
COMENTARIO
TRANSFIGURACIÓN. LA CIRUGÍA DE DIOS.
EL VIEJO ÁRBOL
Henri Nouwen dedicó su vida a la enseñanza y a los pobres en la Fundación El Arca.
No escribió novelas, sí escribió muchos libros de espiritualidad que han alimentado a muchas personas.
El Regreso del Hijo Pródigo, Puedes beber este cáliz, Semillas de Esperanza…son algunos títulos de su reflexión sobre el evangelio y el ser cristiano.
En su libro Sobre la Soledad nos dice que: “en la soledad caemos en la cuenta de que nuestro valor no es lo mismo que nuestra utilidad” y narra la historia del viejo árbol.
Un carpintero y su aprendiz paseaban un día por el bosque. Contemplaron un roble alto, enorme, lleno de nudos, viejo y muy hermoso.
El carpintero le preguntó a su aprendiz: ¿sabes por qué es este roble tan gigantesco y tan hermoso?
No sé, le contestó. ¿Por qué?
Porque no sirve para nada. Si hubiera sido útil hace mucho tiempo que habría sido cortado para hacer sillas y mesas, pero como no sirve para nada se ha hecho viejo para que te sientes a su sombra y descanses.
Vivimos tan obsesionados por nuestra utilidad, por lo mucho que valemos, por la consideración social, que pensamos que sólo somos lo que hacemos.
Y la pregunta obvia cuando saludamos a alguien es saber a qué se dedica esa persona, nos interesa lo que hace, lo que tiene…todo lo demás se nos antoja no esencial.
El evangelio de este segundo domingo de Cuaresma nos narra la Transfiguración de Jesús, escena de película que tiene lugar en la cima de la montaña.
“Su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz”.
Transfigurarse o transformarse por fuera es un fenómeno que sucede todos los días.
Las ciudades se transfiguran, se hacen más hermosas, se iluminan los monumentos, se crean muchas zonas verdes, se multiplican los centros de ocio, se limpian las fachadas…Luz y sonido como en el Tabor.
Las personas también se transfiguran: maquillajes, cirugías estéticas, trajes de fiesta…Máscaras que ocultan el vacío interior.
Transfiguraciones externas, siempre posibles, siempre deseadas. Todos queremos impresionar a los demás y ganarnos su aprobación.
Jesús el día de su Transfiguración tenía un aspecto diferente y sorprendente.
Jesús estaba de fiesta, la fiesta de la oración en la soledad de la montaña.
ESCUCHAR. “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadle”.
BAJAR. Que bien se está aquí, dice Pedro atolondrado. Hay que bajar del Tabor, hay que dejar el área de descanso, la religión y nadar a contra corriente en las aguas turbulentas de la sociedad. Bajar con el rostro de cada día, pero con el espíritu alimentado y el corazón transformado.
RELATO PARA PENSAR
Un niño negro contemplaba extasiado al vendedor de globos en la feria, el cual era, evidentemente, un excelente vendedor. En un determinado momento soltó un globo rojo, que se elevó por los aires atrayendo a una multitud de posibles jóvenes clientes.
Luego soltó un globo azul, después uno amarillo, a continuación un globo blanco… Todos ellos remontaron el vuelo hacia el cielo hasta que desaparecieron. El niño negro, sin embargo, no dejaba de mirar un globo negro que el vendedor no soltaba en ningún momento. Finalmente, le preguntó: “Señor, si soltara usted el globo negro, subiría tan alto como los demás?”
El vendedor sonrió comprensivamente al niño, soltó el cordel con que tenía sujeto el globo negro, y mientras éste se elevaba hacia lo alto, dijo: “No es el color lo que hace subir, hijo. Es lo que hay dentro.”
Esta Semana
El Jueves rezamos al terminar la Misa la Coronilla de la Divina Misericordia.
El Viernes haremos el ejercicio del Vía Crucis al terminar la Misa
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