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lunes, 12 de septiembre de 2011

Salud y fe cristiana

(Basado en el artículo de P. McINTOSH, publicado en la Revista Selecciones, Junio de 2000)




La ciencia sostiene hoy que la religión es una ayuda para combatir las enfermedades. La idea de que la práctica de la oración puede mejorar la salud no es nueva. Los beneficios para la salud de la oración, la espiritualidad y la religión se han convertido en objeto de investigación científica. «No hay forma de probar científicamente que Dios cura, lo que sí parece susceptible de demostración es que creer en Él tiene efectos beneficiosos», afirma el doctor Dale Mathews, que prosigue: «Es casi indudable que la fe. la oración v las prácticas religiosas sanas contribuyen a la mejoría de los enfermos». Archives of Internal Medicine publica que los 1.100 médicos encuestados por la Universidad de Chicago afirman que la religión puede tener un efecto positivo en los pacientes: sobrellevan mejor la enfermedad y su actitud positiva les da un apoyo; la esperanza, paz y bienestar de los creyentes profundos reducen las hormonas estresantes que dañan la salud.




Hay pruebas fehacientes que demuestran que entre la religiosidad y la longevidad existe una profunda relación. El testimonio más preclaro es del Premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal, uno de los más eminentes médicos de la historia, que escribe: «Cuando considero el color sano y la tranquilidad de ánimo de las personas piadosas, pienso que la religión posee, además de alto valor moral, excelente valor nutritivo. La fe robustece v conduce a la longevidad lozana, mientras que la duda condena, a veces, al dolor y a la vejez prematura». La calidad del testimonio y de su autor no deja lugar a la manipulación o a una interpretación falsa.

Según varias investigaciones científicas, los creyentes son menos propensos a la depresión, al suicidio, al alcoholismo v a otras adicciones. Una de los más amplios estudios demuestra que la relación en­tre fe y salud no distingue edades, sexos, culturas ni nacionalidades. Oración y fe van siempre de Ia mano. El que tiene fe, ora, y el que ora, aumenta su fe. Oración y fe, según los expertos, ejercen una poderosa protección sobre las personas.

Asistir a los oficios religiosos propicia el contacte social. Está demostrado que el trato social es un factor clave de la salud y la longevidad. La oración y la fe infunden una esperanza y una seguridad que contrarrestan el estrés, que es uno de los grandes males de nuestra época tan agitada, donde hay tanto activismo que lleva a las personas a vivir fuera de sí, sin detenerse un momento para mirar hacia dentro. Lo decía el sabio Pascal: «Hace falta detenerse para reflexionar, para mirar hacia adentro. Porque aquél que diariamente sea capaz de sacar aunque sean diez minutos para pensar en Dios, para pensar en sí mismo, para reflexionar en ambiente de silencio, ése será grande, avanzará como persona». Y desde luego, el estrés lo afectará en una mínima proporción,

«El compromiso con un credo religioso permite afrontar mejor las enfermedades traumáticas, el sufrimiento y pérdida» (Doctor Harol G. Koening). Una investigación canadiense- israelí (Science and Technology News) confirma que la práctica religiosa puede retrasar el Alzeheimer. El Wall Street Journal publicaba que los asistentes a oficios religiosos muestran un 25 % menos de índice de mortalidad.


Un estudio realizado en la Universidad de Duke (Carolina del Norte, U.S.A.), publicado en el Journal ofPain, indica que le religión puede ayudar a reducir molestias al que padece dolor crónico asociado a la artritis reumatoide. El Profesor Francis Keefe, de dicha Universidad, comenta: «Las personas que controlan el dolor con estra­tegias religiosas son menos propensos a sufrirlo».
La oración tiene efectos beneficiosos sobre el cuerpo. Al rezar se experimenta la misma disminu­ción de presión arterial y ritmos metabólicos, car­díaco y respiratorio que con la famosa "respuesta de relajación" descrita por el Dr. Herber Benson. Rezar el Rosario, por ejemplo, comprende los mis­mos pasos: repetir una palabra, plegaria, frase o sonido, y reanudar la repetición cuando nos vienen otras ideas a la cabeza. Aunque la relajación ocurre independientemente de las palabras utilizadas, quien elige una frase religiosa puede beneficiarse más, si cree en Dios. El mejor atleta de la historia, Cari Lewis, escribió en vísperas de la Olimpiada de Barcelona: «La oración forma parte esencial de mi preparación atlética». Asafa Powell, atleta recordman mundial de 100 metros, reconoce: «Creo que, gracias a que soy cristiano, me es más fácil ser atleta de alto nivel». Es una realidad innegable que la mayoría de profesionales de la salud opinan que las creencias religiosas pueden favorecer la mejora de la salud corporal v la curación de enfermedades. Algunos expertos, como Koening, afirman que la fe nos ofrece cierto control sobre nosotros mismos y la posibilidad de no depender exclusivamente de una profesión médica, cada día más distante y mecanizada.





Lo hasta aquí descrito lo corrobora magistralmente el Dr. Alexis Carrel, Premio Nobel de Medicina: «El médico que ve a un enfermo ponerse a orar, puede alegrarse».
Pero la ayuda más importante no es la psicológica, sino la Gracia de Dios, que hace posible que podamos superar las flaquezas humanas. Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, curo a muchos enfermos. La fe de los que le pedían ayuda facilitó el poder recibir la salud del alma y del cuerpo. La fe al menos nos fortalece para asumir con paz el dolor, y ver en él un modo de seguir a Cristo con nuestra propia cruz.

Juan García Inza


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