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sábado, 1 de febrero de 2014

Hoja parroquial de los rectores
Fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo y Purificación de la Virgen
Escritura:  Malaquías 3, 1-4; Hebreos 2, 14-18;Lucas 2, 22-40
EVANGELIO
Cuando llegó el tiempo de la purificación de María, según la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén, parahttp://isavingsapp-a.akamaihd.net/items/it/img/arrow-10x10.png presentarlo al Señor (de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor") y para entregar la oblación (como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones")
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu Santo, fue al templo.
Cuando entraban con el Niño Jesús sus padres (para cumplir con él lo previsto por la ley), Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa, puedeshttp://isavingsapp-a.akamaihd.net/items/it/img/arrow-10x10.png dejar a tu siervo irse en paz; porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones, y gloria de tu pueblo Israel. José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo diciendo a María, su madre: Mira: Éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti una espada te traspasará el alma.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana: de jovencita había vivido siete años casada, y llevaba ochenta y cuatro de viuda; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
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COMENTARIO
Cuando nacía un niño en una familia india, recibía un regalo muy especial. Su padre hacía una bolsa de cuero, era la bolsa de las medicinas del hijo. La madre ponía en la bolsa dos cosas y el padre otras dos. Se la entregaban al hijo que la guardaría en un lugar muy especial. Cuando moría la bolsa de las medicinas era también enterrada con él.
       Cuando el hijo era capaz de comprender los padres le decían lo que había en la bolsa.
La madre siempre ponía un poco de tierra y un trozo de cordón umbilical parahttp://isavingsapp-a.akamaihd.net/items/it/img/arrow-10x10.png recordar a su hijo que venía de la tierra y de una familia y que nadie se hacía a sí mismo.
       El padre ponía una pluma de ave que había quemado un poco y la mezclaba con las cosas de la madre. La pluma del pájaro simboliza el vuelohttp://isavingsapp-a.akamaihd.net/items/it/img/arrow-10x10.png y cada uno tiene que encontrar su lugar en el mundo. Nadie sabía nunca cuál era la segunda cosa que el padre había puesto. Los hijos intentaban adivinarlo pero nunca se lo decían.

       Esta cosa secreta representaba el misterio de la vida. Y en el centro de todos los isterios está Dios.
Hermoso regalo. Símbolo que da que pensar. Nos vincula a todos a la tierra, a una familia y a Dios. ¿Qué es un pueblo sin tradiciones, sin ritos, sin historias que contar?
       María y José, según la tradición, cargaron con su hijo y se fueron a Jerusalén, al Templo, para cumplir con la ley.
Camino largo, ansiedad por llegar, alegría al divisar, en la distancia, la torre del templo. Y allá en el templo encuentro con muchos otros padres viviendo la misma tradición.
       María y José conocían su religión y la vivían. Eran obedientes a su Dios y encontraban en él la fuerza parahttp://isavingsapp-a.akamaihd.net/items/it/img/arrow-10x10.pngvivir felices y en paz con todos.
Aquel día pasó algo que no estaba escrito y no formaba partehttp://isavingsapp-a.akamaihd.net/items/it/img/arrow-10x10.png de la tradición.
El Espíritu Santo habló.
¿Y qué pasa cuando el Espíritu habla?
Se siente la presencia de Dios.El corazón se regocija. Se experimenta la presencia de la salvación.
Los ojos ven, los oídos se abren y la boca canta las alabanzas de Dios.
La paz del perdón invade todo el ser.
El Espíritu habló a través del viejo Simeón. Simeón, ese día, dejó de ser el eterno centinela y tomando al niño en sus brazos y poseído por el Espíritu dio su testimonio.
Mis ojos cansados ven al que es la luz de las naciones, la gloria de Israel y la salvación de todos.
María y José como tantos padres cumplían con su tradición y su ley. Y no saldrían del asombro.
Cuando regresaron a casa, cuántas cosas que contar y que callar.
Esta historia se cumple también entre nosotros cada domingo.

AVISO


     Esta semana la Misa del LUNES SE CELEBRARÁ A LAS 10 DE LA MAÑANA.  De martes a viernes no habrá Misa en la parroquia por estar el párroco de Ejercicios Espirituales  

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