Empezamos un gran tiempo. No te quedes en la luna. Hay que ir más allá. Ora, lee, piensa, celebra, ofrece, ayuda...
El Papa Francisco te ofrece 40 pistas para vivir la Cuaresma:
40
FRASES DEL PAPA
FRANCISCO PARA
LA
CUARESMA 2014
(Mensaje para
la Cuaresma 2014)
(recopilación J.Leoz)
1.Dios no se
revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y
la pobreza
2. La
razón de todo esto es
el amor divino, un amor
que es gracia, generosidad, deseo
de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las
que ama.
3. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor
nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias.
4. La finalidad
de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice San Pablo— «...para
enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una
expresión para causar sensación.
5. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la
limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad
filantrópica
.6. ¿Qué es,
pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente
su modo de amarnos, de estar cerca de
nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos
habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss).
7. La pobreza
de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras
debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios
8. La riqueza
de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es
la prerrogativa soberana de este Mesías pobre
9. Se ha dicho
que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir
también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y
hermanos de Cristo
.10. Dios sigue
salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la
Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres.
11. La riqueza
de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través
de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo
12. A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar
las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a
realizar obras concretas a fin de aliviarlas.
13. La miseria
no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin
solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la
miseria material, la miseria mora y
la miseria espiritual.
14. Frente a la
miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las
necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad
15. En los
pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres
amamos y servimos a Cristo.
16. No es menos
preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio
y del pecado
17. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene
dependencia del alcohol, las drogas,
el juego o la pornografía!
18. ¡Cuántas
personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para
el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a
vivir esta miseria por condiciones sociales
injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da
llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a
la educación y la salud.
19. Si
consideramos que no
necesitamos a Dios, que en
Cristo nos tiende la mano,
porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un
camino de fracaso.
20. Dios es el
único que verdaderamente salva y libera.
21. El
Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual
22. Dios es más
grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos
para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con
gozo este mensaje de misericordia y de esperanza!
23. Es hermoso
experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro
que se nos ha confiado, para consolar los
corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos
en el vacío
24. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre,
pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre.
25. Este
tiempo de Cuaresma encuentre a
toda la Iglesia dispuesta y
solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la
miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico
26. La Cuaresma
es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos
privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza.
27. No
olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta
dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.
28. Que cada
comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal.
29. Cuando el
poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia
de una distribución justa de las riquezas.
30. La miseria
moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente.
31. Qué gran
misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un
amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad.
32.
El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias.
33.
Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el
Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar
en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar
con el peso de nuestros pecados
34.
Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es
su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros.
35. La riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en
Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su
voluntad y su gloria
36.
Cuando Jesús nos invita a tomar su "yugo llevadero", nos invita a
enriquecernos con esta "rica pobreza" y "pobre riqueza"
suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos
en el Hijo, hermanos en el Hermano
37.
La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y
solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el
Espíritu de Cristo.
38. Podemos
distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral
y la miseria espiritual.
39. El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto
para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad.
¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de San Pablo?
40. ¿Qué
nos dice hoy, a nosotros,
la invitación a la pobreza,
a una
vida pobre en sentido evangélico?
Fuente: J. Leoz
Cuaresma:
empezamos a caminar
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La Iglesia inicia el tiempo de Cuaresma, cuarenta días que culminan en
la gran fiesta de la Resurrección de Cristo
No hay Cuaresma sin Pascua, ni Pascua sin Cuaresma. Así resumía el diácono
permanente Josep Urdeix, en una intervención radiofónica, el itinerario
central del calendario cristiano: la Cuaresma, la Semana Santa y la Pascua
de Resurrección. Este año el tiempo de Cuaresma empieza el 5 de marzo 2014,
miércoles de ceniza, un día en que el mensaje del texto evangélico (Mateo
6, 1-18) se refiere a la limosna, al ayuno y la plegaria que son, por otra
parte, los tres pilares de estos cuarenta días. Pero el llamamiento a los
cristianos es, sobre todo, no hacer las cosas para que nos vean, sino obrar
con discreción, vida interior e intimidad. El primer día del tiempo
cuaresmal, al final de las celebraciones eucarísticas, el sacerdote impone
a cada persona un poco de ceniza haciendo la señal de la cruz sobre la
frente, y recuerda normalmente esta frase: “¡Conviértete y cree en el
Evangelio!”.
Y es que la Cuaresma es el tiempo en que la Iglesia de Jesucristo
intensifica su llamamiento a la conversión
personal de todos los creyentes. Recuerda los cuarenta días que Jesús,
antes de sufrir la crucifixión, pasó ayunando en el desierto superando
tentaciones y llenándose con mucha vida interior y reflexión. Actualmente,
existe un precepto de ayuno, con una única comida fuerte y sin comida entre
horas, para el miércoles de ceniza y también el viernes Santo. Por otra
parte, se establece una abstinencia de carne el mismo miércoles de ceniza y
todos los viernes hasta el viernes Santo. Estos gestos, sin embargo, no se
piden para que los cristianos los sigan como una obligación, sino como un
signo de comunión y de unión con la persona de Jesús. Más allá de eso, la
Iglesia no quiere tampoco que nos quedemos con estas formas de vivir la
Cuaresma. Quiere que vayamos más allá, con propósitos de rogar más y hacer
mejores obras. Por ejemplo, sustituir la abstinencia de carne por una buena
mariscada en un restaurante de lujo, como se hacía institucionalmente en
tiempos del franquismo en España, no es vivir cristianamente este tiempo.
La Cuaresma, que se acaba el domingo de Ramos (este año el 13 de abril de
2014), es también preparación para
el gozo de la Pascua. Por lo tanto, no es un tiempo de tristeza, sino
de contemplación. Una buena opción para vivir estos días es participar
regularmente en plegarias comunitarias y atender también la individual, así
como leer textos bíblicos y especialmente el evangelio. Ciertamente, es una
lástima que, en nuestro país, quiera olvidarse la Cuaresma mientras se
anuncia de manera reiterada el inicio del Ramadán de los musulmanes, cada
año más presente en casa nuestra. Respeto por otras confesiones no
cristianas, sí; pero sin dejar que se olvide la nuestra, la católica.
La penitencia es la otra gran
palabra que suena durante la Cuaresma. Es simplemente el llamamiento
que todos los creyentes recibimos de reencontrarnos con Dios, mediante el
sacramento de la reconciliación, la celebración comunitaria de la
penitencia y también gestos de hermandad con los demás, entre ellos también
la petición de perdón.
Todo da paso a la Semana Santa, que empieza el domingo de Ramos, con el
recuerdo y la vivencia de la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén antes
de la pasión, y se acaba el domingo de Pascua, la fiesta más importante
para los cristianos. Es tan importante que no se celebra sólo un día, sino
cincuenta. Durante la Semana Santa, también celebramos la institución de la
Eucaristía y el amor fraterno, el jueves Santo, y la pasión y muerte de
Jesús en la cruz con una intensa plegaria universal, en este caso el viernes
Santo. En definitiva, nos encontramos un año más ante la mejor oportunidad
de conocer las raíces y el sentido de nuestra fe.
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