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domingo, 20 de febrero de 2011

Benedicto XVI en el Ángelus del domingo 20 de febrero





domingo, 20 de febrero de 2011
Benedicto XVI, al hilo de la liturgia de la Palabra del séptimo domingo del tiempo litúrgico ordinario –ciclo A-, exhorta a vencer el mal con el bien y a confiar a Dios todas nuestras adversidades para alcanzar la libertad y la paz espiritual
Benedicto XVI ha dedicado su alocución del Ángelus dominical en la plaza de san Pedro a las lecturas bíblicas que en estos domingos del Tiempo Ordinario nos hablan de la “voluntad de Dios para que los hombres sean partícipes de su propia vida. “Sed santos porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy Santo”; “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Son palabras y preceptos que se leen en el Libro del Levítico, ha indicado el Papa. “Si escuchamos después a Jesús, en el cual Dios ha asumido un cuerpo mortal para hacerse próximo a cada hombre y revelar su amor infinito por nosotros, encontramos esta misma llamada y el mismo audaz objetivo.
“De hecho -ha indicado el Pontífice- el Señor dice: "sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial”. “¿Pero quién puede ser perfecto?”, se ha preguntado el Santo Padre. “Nuestra perfección es vivir con humildad como hijos de Dios, cumpliendo concretamente su voluntad”. San Cipriano escribía que “a la paternidad de Dios debe corresponder un comportamiento de hijos de Dios, para que Dios sea glorificado y alabado con la buena conducta del hombre”. Y “¿De qué manera podemos imitar a Jesús?”. Él dice: “Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos”.

Quien acoge al Señor en la propia vida y lo ama con todo el corazón es capaz de un nuevo inicio. Consigue cumplir la voluntad de Dios al realizar una nueva forma de existencia animada por el amor y destinada a la eternidad.

Y a estas palabras, Benedicto XVI ha añadido las del Apóstol Pablo: “¿No sabéis que sois el templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros? “Si somos realmente conscientes de esta realidad y la plasmamos en nuestra vida -ha afirmado el Pontífice- entonces nuestro testimonio será claro, elocuente y eficaz”. El Papa ha citado a este respecto a Juan Climaco, que decía: “Cuando el ser humano, por entero, se mezcla con el amor de Dios, entonces el esplendor de su alma se refleja también en su aspecto exterior”.

El Santo Padre antes de la oración del Ángelus ha recordado que pasado mañana, 22 de febrero, celebramos la fiesta de la Cátedra de San Pedro apóstol. A él, primero entre los Apóstoles, Cristo confió la tarea de Maestro y de Pastor para la guía espiritual del Pueblo de Dios, para que éste pueda subir hasta el Cielo.

Exhorto, por tanto, a todos los Pastores a asimilar aquel “nuevo estilo de vida” que fue inaugurado por el Señor Jesús y que fue seguido por los Apóstoles. Invoquemos la Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, para que nos enseñe a amarnos los unos con los otros y a acogernos como hermanos, hijos del Padre celestial.

Saludando en distintas lenguas a los fieles reunidos en la plaza de san Pedro, el Papa, después de la oración mariana, ha insistido sobre el mismo tema: “Amad a vuestros enemigos”, ha dicho. “Cuando se sufre por el mal, la persecución, la injusticia, evitemos la venganza y el odio y recemos por los perseguidores. Venzamos el mal con el bien. Confiemos a Dios todas nuestras adversidades para alcanzar la libertad y la paz espiritual”.

Saludo a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana, en particular a los fieles de la Parroquia de Santa Eulalia, de Murcia. La liturgia nos invita hoy a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, mediante el perdón de los enemigos y la oración por los perseguidores, fuente de la reconciliación duradera. Un mensaje oportuno también para el pueblo colombiano, al que deseo hacer llegar mi cercanía y afecto con motivo de las diferentes iniciativas que se están llevando a cabo para conmemorar que, hace veinticinco años, mi venerado predecesor, el Papa Juan Pablo II, se puso en marcha “con la paz de Cristo, por los caminos de Colombia”. Que Santa María la Virgen, Madre del Amor hermoso, acompañe los esfuerzos que en aquella querida Nación latinoamericana, y en otras partes del mundo, se realizan para promover la fraternidad y la concordia entre todas las personas sin excepción alguna. Feliz domingo.

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