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viernes, 9 de diciembre de 2011

DEJAR A LA MUJER SER MUJER

En esta fiesta de la Virgen María he pensado en la mujer. Es una obra de arte del Creador. Está dotada de una serie de cualidades que sin ellas la vida del ser humano sería muy difícil. Yo soy hombre y lo comprendo. Si queremos destacar algunas pongamos en primer lugar la capacidad de amar hasta el sacrifico callado y silencioso. Pongamos también la delicadeza en su relación con los demás. Su espiritualidad, si de verdad es sanamente femenina. La disposición para el trabajo, veinticuatro horas al día si es necesario…



En cuanto a la imagen, que no es lo esencial, hay que destacar su belleza, que no tiene por qué asociarse a su aspecto físico. Una mujer de verdad es siempre bella, es un espectáculo de la naturaleza. Y las hay en abundancia. Sus adornos tienden a resaltar lo dones con que Dios las ha dotado.

Como contrate a lo que venimos diciendo, me duele la cantidad de féminas, jóvenes y mayores, que se han dejado arrastrar por la corriente hasta el punto de jugarse la dignidad, incluso la belleza. Nuestra sociedad es injusta con la mujer. Hay un comercio criminal, como en épocas pretéritas, que trafica con la mujer. De sobra es conocido. Y una mujer que pierde su grandeza se convierte en una piltrafa que provoca tristeza, pena.

Lamentablemente hay muchas como la de la imagen, entre las rejas que le ha tendido la vida. Faltas de libertad. No pueden disfrutar de la vida, porque la vida las está disfrutando a ellas sin ningún escrúpulo. Y la indignación llega al máximo cuando se trata de niñas engañadas por el espejismo de unas monedas que les prometen la felicidad. ¿Qué felicidad, si han de quedar marcadas para toda la vida? Es la gran crisis de la humanidad, de la cual no se habla, no provoca ninguna reunión en la cumbre, ni ninguna manifestación de indignados.

Ya sé que la situación tiene poca solución, pero algo habrá que hacer. Yo al menos le pido a la Virgen Inmaculada que proteja a las niñas y jovencitas, y también a la esposas, que pueden sufrir el zarpazo de los “negreros de siempre”, para quedar después tiradas en la cuneta de la vida. La mujer es una obra maestra del creador, y hay que protegerla como un tesoro de la humanidad. Hay que dejar a la mujer ser mujer.

Juan García Inza

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