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sábado, 13 de junio de 2015

HOJA PARROQUIAL DE LOS RECTORES

Domingo 11 del T.O.B Escritura: Ezequiel 17,22-24; 2 Corintios 5,6-10;
Marcos 4, 26-34

EVANGELIO
En aquel tiempo decía Jesús a las turbas: El Reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche, y se levanta de mañana: la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Dijo también: ¿Con qué podemos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con  un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes, que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas. Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

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COMENTARIO

Anoche tuve un sueño raro. En la plaza mayor de la ciudad habían abierto una nueva tienda. El rótulo decía: “Regalos de Dios”. Entré. Un ángel atendía a los compradores.
-¿Qué es lo que vendes?, pregunté.
- Vendo cualquier don de Dios.
-¿Cobras muy caro?
-No, los dones de Dios son siempre gratis.
Miré las estanterías. Estaban llenas de ánforas de amor, frascos de fe, macutos llenos de esperanza… Yo necesitaba un poco de todo.
Le pedí al ángel que me diera una ración de amor, dos de perdón, tres de esperanza, unos gramos de fe y el gran paquete de la salvación.
Cuando el ángel me entregó mi pedido quedé totalmente sorprendido. ¿Cómo puede estar todo lo que he pedido en un paquete tan diminuto?, le pregunté al ángel.
Mira, amigo, Dios nunca da los frutos maduros. Dios sólo da pequeñas semillas que cada uno tiene que cultivar y hacer crecer.
La manía de lo grande anida en cada corazón y en nuestra sociedad. El rascacielos más grande, el coche más potente, el hombre más rápido, el predicador más elocuente… Sólo premiamos al número uno. Lo queremos todo ya, aquí y ahora. Despreciamos lo pequeño y lo invisible.
Saint Exupéry dice que las cosas esenciales sólo se ven con el corazón.

Dios  SIEMBRA SU REINO EN NOSOTROS CON COSAS MUY SENCILLAS. Hay que acogerlas.

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