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sábado, 7 de noviembre de 2015

HOJA PARROQUIAL DE LOS RECTORES

HOJA PARROQUIAL DE LOS RECTORES
Domingo 32 del t.o. B. Escritura:1 Reyes 17, 10-16; Hebreos 9, 24-28;
Marcos 12, 38-44
EVANGELIO
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:"Cuidado con los letrados. Les
encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa".
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: Muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: "Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir".

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COMENTARIO
El mar Muerto es símbolo de la muerte, de lo antiguo. Es el mundo de los fariseos de los que nos habla Jesús: "Tengan cuidado con los maestros de la ley…"
Los fariseos de ayer y los de hoy son y somos los que cuidan sólo las apariencias, lo externo, los
que sólo piensan en sí mismos. La religión se convierte en show, en negocio, en fama y en poder. Es el mar Muerto porque Dios cuenta poco. El agua de este mar no riega a nadie, está simplemente estancada. Y los cristianos estamos llamados a ser mares abiertos, abiertos a Dios y a los hermanos.
"Amarás a Dios y amarás a tu hermano."
El mar de Galilea es símbolo de vida, de lo nuevo, de la nueva Alianza, de la donación. Es el mar de Jesús. En el mar de Galilea Jesús predica, llama a sus discípulos, camina sobre las aguas, es el mar de la pesca milagrosa. El mar de Jesús es el mar del amor.
"Jesús sentado frente al alcancía del templo, miraba cómo la gente echaban dinero para el
tesoro".
Estamos al final del evangelio de Marcos y al final de la vida de Jesús. Y Jesús mira y observa el comportamiento de los hombres.
¿Qué vio Jesús en aquella visita al templo de Jerusalén?
Los ricos daban grandes limosnas, el dinero que les sobraba. Y vio una pobre viuda que echó el poco dinero que tenía para vivir ese día.
Jesús, además de observar la conducta de las personas, dio una enseñanza, una catequesis a sus discípulos.
El amor sale del corazón limpio, no de la bolsa.
La limosna sale del corazón generoso, no del bolsillo.
La pobre viuda con sus dos reales dio más que los ricos con sus cheques.
La pobre viuda confiaba en el Dios de los pobres, Él era su riqueza, su Visa Oro y su tesoro. La pobre viuda dio a Dios todo, como expresión de su vida puesta en las manos de Dios. Y Jesús la alabó y la puso como ejemplo.
Los ricos, aquel día, se ganaron sólo el aplauso de los hombres, no el de Jesús.
Érase una vez un billete de cincuenta euros, éste le contaba sus aventuras a una moneda de
cincuenta céntimos. Le decía: yo he ido a las carreras de caballos y al golf, he ido al fútbol y a los mejores restaurantes, sabes, me lo paso pipa. La moneda de cincuenta céntimos le escuchaba con envidia y le dijo: yo no he ido a ninguno de esos sitios de los que me hablas, pero no he faltado ningún domingo a misa.
Un domingo un niño miraba a su madre que echaba en el cestillo de la colecta una moneda de cinco céntimos. Cuando volvían a casa la madre criticaba el aburrido sermón del cura. El niño le contestó: ¿qué más puedes pedir por cinco céntimos?
Jesús observaba la conducta de los hombres, mira pero no juzga.
Hoy, también, nos observa a nosotros, mira nuestro bolsillo y nuestro corazón. ¿Está apegado a las cosas, es avaricioso, le da a Dios las sobras o los primeros frutos?
A Dios no le interesa la cantidad, sí le interesa nuestras prioridades, el orden en que damos. Damos después de haber satisfecho nuestros gustos y caprichos o ¿podemos sacrificarnos?
¿Cuáles son mis criterios a la hora de hacer mi ofrenda a Dios? ¿Es Dios el primero o el último de mi lista?

AVISOS


No olvidemos que estamos en el mes de los difuntos. Posiblemente las almas de algunos familiares y conocidos pueden estar en ese estado intermedio que llamamos PURGATORIO, purificándose para poder gozar de la presencia de Dios en el Cielo. Necesitan la LIMOSNA de nuestras oraciones. Lo más valioso es ofrecer la Santa Misa por ellas, ya que es el Sacrifico de Cristo que tiene un valor infinito. ¿No podrías ofrecer en este mes una Misa por algún  familiar o conocido? Cuando muramos nos gustará que lo hagan por nosotros. Que no sea solo la Misa del Domingo. Los demás días de la semana se pueden ofrecer por personas concretas con una Misa “extra”.

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