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sábado, 9 de mayo de 2009

5º DOMINGO DE PASCUA B



Unidos a Cristo para dar fruto
El ejemplo que nos pone Jesucristo para hablarnos de nuestra condición de cristianos es bien claro. Cristiano no es sólo el bautizado, aunque lo sea oficialmente. Ser cristiano no es conformarse con una práctica asidua o esporádica de actos religiosos. Cristiano no es simplemente que el participa en una manifestación religiosa, como puede ser un procesión, ni incluso el que reza o lleva un signo religioso colgado de su cuello, o del espejo retrovisor de su coche… Ser cristiano es mucho más serio. La propuesta que hace Jesucristo en el Evangelio es la de un seguimiento convencido y responsable cada día, con la cruz que nos haya tocado o surja en cada momento. Ser cristiano es acoger en la mente y en el corazón la Voluntad de Dios para decir, como la Virgen, y como decimos en el Padrenuestro: Hágase en mí según Tu Palabra…Hágase Tu Voluntas en la tierra, como en el cielo. En definitiva, ser cristiano es decirle a Cristo, Hijo de Dios, que SI, que puede contar con nosotros para su plan sobre la humanidad, y sobre el mundo entero.
Se nos viene recordando que desde hace un tiempo se has ido introduciendo en la Iglesia una especie de religión, de cristianismo a la carta. Cada uno elige lo que le conviene, y rechaza lo que no le interesa. Y así ocurre como en el campo protestante: surgen tantas iglesias como criterios personales podamos tener. Y de esa manera se rompe la unidad y la fidelidad a un solo Cristo, que nos dio una única doctrina, que dijo YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA… El que no está unido a Mí, como el sarmiento al tronco de la vid, se seca, y no da ningún fruto. El tronco y los sarmientos forman una sola unidad que se llama VID. Como el tronco y las ramas forman una unidad llamada ARBOL. No puedo yo pretender dar fruto cristiano si me desgajo del único Cristo, cuya presencia en la historia es la Iglesia. A la Iglesia se le llama EL SACRAMENTO DE CRISTO. Es decir, el signo externo de la presencia real de Cristo entre nosotros. Pero recordemos que El insistió hasta la saciedad que TENIAMOS QUE ESTAR UNIDOS. Un solo rebaño, y un solo Pastor… Sed uno como el Padre y Yo somos uno…Nadie va la Padre sino por Mí… Todos formamos un solo Cuerpo, que es Cristo, como diría San Pablo.
No es por tanto cristiano el que siembra la división, el que rechaza a sus hermanos en la fe, el que se crea su propio catecismo, su propia moral, y pone a la misma altura de las Verdades de Fe reveladas por Dios y expuestas por el Magisterio de la Iglesia, sus propias opiniones, como si la Religión fuera algo relativo y sometido al criterio de cada uno. El que piensa así no ha entendido la fe.
Como recuerda Benedicto XVI, la fe no es un conjunto de ideas que recibo o que me forjo yo con mis reflexiones personales. La fe es un abandono en las manos del Señor, del cual recibo la enseñanza que debo vivir para amar a Dios y al prójimo. La fe es una vida que me viene del tronco que es Cristo, y en la medida que yo esté unido a EL, daré el fruto que Dios espera. La Religión no es un método o recurso para mi consuelo particular, o la satisfacción de mis ansias de eternidad. La religión es unión con Dios, vivida individual y comunitariamente, que me ofrece la oportunidad de enfocar mi vida de acuerdo con lo que Dios espera de mí, dando los frutos oportunos, con los que doy Gloria a Dios y me santifico. Todo lo demás serán experiencias aventuradas y desafiantes, que no me llevarán a ninguna parte por no ir sinceramente cogido de la mano de Dios.
Recordemos lo que nos ha dicho San Juan en la segunda Lectura: Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras…Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo…Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. No puede estar más claro que LA FUENTE ES CRISTO, y a El debemos pedir, como le dijo a la Samaritana, el agua viva de la Gracia, la SABIA que me permita dar fruto.

Juan García Inza

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