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sábado, 16 de mayo de 2009

DOMINGO 6º DE PASCUA (B)


EL CORAZÓN PERFECTO

Nos dice el Señor: Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Esta es la esencia del cristianismo. Dios es Amor. Todo su Ser es Amor en acción, por eso crea, y cuida de lo creado, y actúa continuamente. No se olvida de nosotros, aunque nosotros nos olvidemos de El, o no notemos sensiblemente su presencia. El amor es la pasión por la dicha del otro, y es esa corriente continua que nace del alma, y que no se ve, pero se nota. El amor no es un sentimiento de adolescencia, algo pasajero o interesado. Decía santa Teresa de Lisieux: Únicamente podemos llamar amor a la inmolación de nosotros mismos.
El amor no son palabras bonitas, actitudes pasajeras, sentimientos ocasionales…El amor es entrega, preocupación, servicio, disponibilidad, solidaridad, buena disposición para hacer el bien a todo el que me necesite. Decía Gerson: En donde falta el amor, ¿para qué sirve la instrucción? Se habla hoy de la necesidad de educar para ser buenos ciudadanos. Pero no se trata de decir que lo que hay que hacer por respeto democrático hacia los demás. Se trata de enseñar a amar, de inculcar en niños, jóvenes y mayores lo que es la caridad y el respeto al prójimo, que es imagen de Dios.
Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que el poseía el corazón mas hermoso de toda la comarca. Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su corazón era perfecto, pues no se observaban en el ni marcas ni rasguños.
Sí, coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto, al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró poseer el corazón mas hermoso de todo el vasto lugar.
De pronto un anciano se acerco y dijo: "¿Por qué dices eso, si tu corazón no es ni tan, aproximadamente, tan hermoso como el mío?
Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía vigorosamente, este estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban trozos y estos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su alrededor.
Es más, había lugares con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió, ¿Cómo puede el decir que su corazón es más hermoso?, pensaron.
El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echo a reír. -"Debes estar bromeando," -dijo.
-"Compara tu corazón con el mío... El mío es perfecto. En cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor."
"Es cierto," dijo el anciano, "tu corazón luce perfecto, pero yo jamás me involucraría contigo...
Mira, cada cicatriz representa una persona a la cual entregue todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para entregárselos a cada uno de aquellos que he amado.
Muchos a su vez, me han obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido "Hubo oportunidades, en las cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un poco del suyo a cambio.
De ahí quedaron los huecos - dar amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día -tal vez- regresen y llenen el vacío que han dejado en mi corazón."

"¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?"
El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano, arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con el tapo la herida abierta del joven.
La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes. El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho mas hermoso que antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.
Dice San Juan en la Segunda Lectura: Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor…En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo, como víctima por nuestros pecados.
Hay hoy en el mundo un superávit de pasión y sensualidad, de sexo y hedonismo, de egoísmo y codicia, de odio y violencia…Y la causa es que hay un gran déficit de amor sincero. Y no olvidemos lo que dice san Juan de la Cruz: Al atardecer de la vida seremos juzgados de cómo hemos amado.

Juan García Inza

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