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domingo, 1 de noviembre de 2009

La hora de la entrega


Este fin de semana estamos celebrando dos fiestas religiosas muy relacionadas entre s?, y que ambas nos evocan la vida del esp?ritu. TODOS LOS SANTOS, en la que conmemoramos el gran acontecimiento de aquellos hermanos nuestros que est?n alegres junto a Dios, porque son santos. No digo canonizados todos, pero s? todos santos porque purificaron su alma con la Sangre del Cordero. Es un DIA de gozo. Muchos de ellos ser?n, seguro, familiares nuestros, o amigos y vecinos que ya murieron. Los felicitamos a todos ellos, y nos encomendamos para que nos ayuden a seguir su ejemplo.


Celebramos el DIA 2 de Noviembre la conmemoraci?n de los FIELES DIFUNTOS. Parecen dos fiestas iguales, pero no. Sabemos que todos los que est?n en el Cielo son santos, pero no sabemos si todos los difuntos est?n en el cielo. El alma tiene que estar limpia para estar junto a Dios. Y Dios nos ofrece una purificaci?n, antes de morir o despu?s de morir.

Esto hoy no lo entienden muchos. Incluso convierten la realidad ineludible de la muerte en una fiesta m?s. Le quitan su seriedad y grandeza y la convierten en una calabaza inofensiva y simplona que alegra la juerga de los que no miran m?s all?. Para el mundo de hoy todo es bueno si me divierte. La muerte, mientras no te llega de cerca, ha perdido su valor humano y religioso. Hay mucha muerte en la vida como para llamarnos la atenci?n.

Pero la muerte es el paso m?s decisivo que todos debemos dar. Y hay que prepararse con dignidad y responsabilidad para la muerte. Me he fijado en esa escena de Jes?s en el Huerto de los Olivos. Se est? preparando para la muerte del d?a siguiente. Y lo hace con gravedad, con oraci?n, con recogimiento, con cierto temor al dolor, pero con una plena identificaci?n con la Voluntad del Padre Dios. Para saber morir hay que aprender a vivir. El Se?or ve llegar la muerte con la serenidad que le ha dado el Padre en la oraci?n. Mira hacia arriba para contemplar la grandeza del Reino de los Cielos. Suda sangre porque el cuerpo ve venir la Pasi?n. Pero con esa grandeza divina est? venciendo la crueldad de la muerte, y nos est? ganando la paz y la esperanza para verla venir sin miedo.

Dios nos espera. Y a los que se divierten estos d?as con la muerte yo les invitar?a a pensar en la eternidad, en ese PARA SIEMPRE que hay escrito en el dintel del otro mundo. No estar?a mal un paseo silencioso por un cementerio y recordar que los cuerpos que all? hay enterrados tambi?n fueron vivos como nosotros, y que nosotros un d?a seremos muertos como ellos. Pero las almas no se quedan en aquel campo sembrado de cruces, sino que viven el mundo del esp?ritu, y tal vez una oraci?n nuestra les ayude a ser santos ya.

Juan Garc?a Inza

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