Este Blog pretende ser un instrumento al servicio de la Parroquia, para información y formación de los visitantes

sábado, 8 de enero de 2011

Domingo después de Navidad. FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

Tú eres mi Hijo, muy amado




El bautismo de Jesús es uno de tantos misterios que llenan la vida de Jesús. El es el Hijo de Dios, el que no puede tener pecados, el que ha venido a quitar el pecado del mundo. Y en la escena de hoy lo vemos haciendo cola en el orilla del río donde Juan estaba administrando un bautismo de conversión. Todos los que se sentían pecadores buscaban el bautismo de Juan para limpiar sus almas. Y Jesús quiere pasar como un pecador más. ¿No podía inducir esta actitud a crear una confusión o una duda en los demás? ¿Qué buscaba Jesús con esta actitud tan contradictoria? El mismo Juan se siente indigno de administrarle aquel bautismo de penitencia, y se lo dice: Soy yo el que tiene que ser bautizado por ti, ¿cómo vienes tú a mí? Juan se consideraba indigno desatarle las correas de sus sandalias. Pero Jesús le dice que haga lo que tiene que hacer. Y Juan obediente le bautiza.

¿Cuál es la lección que nos quiere dar Jesús? Sencillamente que nadie diga que no tiene pecado. Que seamos lo suficientemente humildes para sentirnos necesitados de penitencia y conversión. El pasó, siendo Dios, por un pecador hasta su muerte. El asumió, cargó sobre sí nuestras miserias para expiar nuestros pecados. Por eso es MISERICORDIOSO. Nos ama, nos comprende, busca nuestra conversión, quiere darnos el perdón. El es el cordero de Dios, el que quita los pecados del mundo. Pero los hombres no queremos ver nuestras miserias, nuestras deudas, y seguimos condenando a los demás como si tuviéramos derecho a juzgar. El diría en una ocasión en la que querían condenar a muerte a una mujer pecadora: El que esté libre de pecado que le tire la primera piedra. Y en otra ocasión: ¿Cómo te fijas tantos en la paja del ojo de tu hermano y no ves la vida que tienes en el tuyo?

Somos así de duros con nuestro semejantes, como si nuestra naturaleza fuera angélica. Estamos en el tiempo de la MISERICORDIA DIVINA, pero para eso hay que tener la suficiente humildad para sentirnos pecadores, necesitados de perdón, y poner en marcha todo un proceso de conversión.

Y ante esta actitud tan humilde del Señor, el cielo se rasgó y el Espíritu Santo bajó hacia El en forma de paloma. Se oyó una voz que decía: Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.
Hoy debemos sentirnos agradecidos al Señor por su gran lección de humildad, y al mismo tiempo contemplar su figura, su Persona, como lo más querido por Dios. Nada hay más grande cerca de nosotros que Cristo. Por eso es tan importante la Eucaristía, la práctica religiosa, el seguimiento de Jesús. No hay salvación del hombre, de la humanidad, sino es siguiendo a Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida. No olvidemos lo que El dijo: Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que está unido a Mí da mucho fruto. Pero el sarmiento que no está unido a Mí, al tronco, se seca, y lo cortan para tirarlo al fuego.

Dice San Josemaría Escrivá en Surco: "¿Qué vale el hombre o el galardón más grande de la tierra, comparado con Jesucristo, que está siempre esperándote?" (n.664). Sigue a Jesús, y pasa por el bautismo de la penitencia, y revive tu condición de bautizado que te hizo hijo de Dios y miembro de la Iglesia, y tómate en serio tu fe. Este es mi Hijo muy amado, ¡escuchadle!, dice el Padre Dios. De esto dependen muchas cosas importantes en tu vida, y en la humanidad. Cristo es la salvación. Si te ha servido de algo estas celebraciones navideñas, no olvides que lo más importantes es que el Señor nació y se quedó entre nosotros para nuestro bien, para salvar nuestra dignidad, y para que seamos santos, como Dios es Santo.



Juan García Inza

No hay comentarios: