Actualizado 3 julio 2011
¿Qué ocurre con Sor María Jesús de Agreda?
¿Para cuándo la beatificación de Sor María Jesús de Ágreda?
La historia de esta monja del siglo XVII es apasionante. Su vida es comparable a la de Santa Teresa de Jesús. El Párroco de Agreda, al que tengo el gusto de conocer y compartir la amistad, me habló con entusiasmo de esa hija del pueblo, grande por sus virtudes y sus dotes intelectuales, que todavía no ha tenido la oportunidad de que su proceso de Canonización, ya incoado, siga adelante. Muchos la desconocen, por eso he decidido aportar en el Blog los apuntes que de su vida nos ofrece al P. Martínez Puche en su obra “Nuevo Año Cristiano” en la fecha del 5 de mayo
VENERABLE MARÍA DE JESÚS DE ÁGREDA
Abadesa, franciscana concepcionista
Nació en Ágreda (Soria, España), el 2 de abril de 1602, y murió así mismo en Ágreda el 24 de mayo de 1665.
María Coronel y Arana -éste era su nombre original- nació en la histórica ciudad soriana de Ágreda, en el seno de una familia de rancio abolengo político y no menos cristiano. Sus padres, Francisco y Catalina, eran profundamente cristianos, de honda religiosidad franciscana. Tuvieron dos hijos y dos hijas. Y los seis miembros de la familia abandonaron el mundo y sus comodidades y abrazaron la vida religiosa en la familia franciscana.
Francisco, el padre, con sus dos hijos, Francisco y José, profesaron en el convento de San Antonio de Nalda (La Rioja), en la provincia franciscana de Burgos. La madre, Catalina, con sus dos hijas -María tenía sólo dieciséis años- abrazaron la vida monástica en el monasterio que construyeron en su propia casa-palacio, bajo la regla de la Orden de Concepcionistas Franciscanas, en 1620. Este gesto de las mujeres de la familia Coronel y Arana evoca el origen de la misma orden: Santa Beatriz de Silva, cuando abandonó el monasterio de Santo Domingo de Toledo, donde hacía vida retirada con las dominicas, en 1484, y fundó el primer monasterio concepcionista en los palacios de Galiana, que le había cedido la reina Isabel la Católica.
A los seis años de iniciar la vida monástica, María Coronel y Arana -sor María de Jesús de Ágreda- fue elegida abadesa. Excepto el trienio 1652-1655, desde 1627 hasta su muerte, María de Jesús fue la abadesa del monasterio, lo que indica que el Señor le concedió dotes de gobierno. Simultaneaba la dirección de la comunidad con la redacción de libros, que tanta importancia, y tantos problemas, darían a la abadesa de Ágreda.
La fama de la docta abadesa sor María de Jesús llegó al rey de España, Felipe IV (1606-1665), un monarca mecenas de grandes artistas, pero de escasa voluntad y débil temperamento, que dejó las máximas responsabilidades del gobierno en manos del ambicioso Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares. En uno de sus momentos de incertidumbre y abatimiento no sólo político, sino también religioso, el rey acudió al monasterio de Ágreda, el 10 de julio de 1627, a solicitar los consejos de sor María de Jesús. Y, a partir de entonces, hubo una interesante correspondencia epistolar, que en 1885-1886 se publicaría en Madrid, con el título de Cartas de la Venerable Madre Sor María de Jesús de Ágreda y del Señor Rey Don Felipe IV (2 volúmenes).
El temario de las cartas abarca todo el espectro político al que había de hacer frente el rey, ya con la ayuda de quien lo tuvo dominado hasta caer en desgracia en 1643 (Gaspar de Guzmán), ya con la del sucesor del conde-duque, Luis de Haro. Al pobre monarca, que había iniciado su reinado a los dieciséis años, no le faltaron problemas de toda índole: desde su propia debilidad moral hasta su falta de dotes de gobierno, que -con el aislado triunfo en la rendición de Breda que inmortalizara Velázquez en su famoso cuadro de las lanzas- fueron sumándole desastre tras desastre y pérdidas progresivas de territorios, en la península y en Europa. Los consejos de sor María de Jesús, que desde su celda seguía los avatares de su época, no fueron suficientes para orientar ni la vida ni los matrimonios del rey, que cayó en una gran impopularidad, ni sus funciones de gobierno, que terminaron en el más lamentable fracaso histórico.
No tuvo mayor fortuna sor María de Jesús con sus obras, algunas de ellas inéditas (Meditaciones sobre la pasión de Nuestro Señor y ejercicios quotidianos y doctrina para hacer las obras con mayor perfección, Las Sabatinas, Pláticas del cumplimiento de la voluntad de Dios...), y la más famosa, póstuma y condenada: Mística Ciudad de Dios, milagro de su omnipotencia y abismo de la gracia. Historia divina y vida de la Virgen Madre de Dios, editada en Madrid en 1670, en cuatro volúmenes. Esta obra, traducida a los principales idiomas modernos, e incluso al griego, al árabe, al croata y otros, hizo que la abadesa de Ágreda fuera pronto conocida fuera de España. Pero el carácter sobrenatural que daba a su escrito hizo que los guardianes de la ortodoxia se pusieran en guardia y analizaran con lupa sus afirmaciones. Primero, la Inquisición Española (1672), luego la condenación por parte del Santo Oficio (1681) y hasta de la Universidad de París (1696), para terminar incluida en el índice de libros prohibidos en 1713.
Pero afortunadamente de todo este calvario la libró el Señor. Sor María de Jesús moría santamente en su monasterio de Ágreda el 24 de mayo de 1665.
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